Gonzalo Osés

Gonzalo Osés

lunes, 16 de noviembre de 2015

Infografía popular


A los que nos dedicamos a identificar y licuar la propuesta de valor de las empresas, para que su mensaje sea entendible por un responsable de compras o el consumidor, la propuesta de un taller de Infografía Popular (sintética), pues nos pone mucho.

El pasado sábado nos juntamos 15 traductoras de tesoros, diseñadoras gráficas, publicistas, collageras, y más collageras, al convocar el workshop Álvaro Sobrino en su mágica plataforma de creación offline. Escribo en femenino porque excepto los hermanos Paadin, el convocante y el menda, el resto eran mujeres, lo cual, me llevo a experimentar sensaciones puntuales que ellas sufren a diario en el mercado laboral. Ese puede ser otro workshop interesante, para directores de recursos humanos, que pagan un 25% menos a sus empleadas por ser más eficientes.

Una de las cosas que más llamaba la atención, es que era un taller offline, con una imprenta Boston de hierro y tipos móviles (letras metálicas para componer la frase…), tinta de color negra y otra roja y tamaño A5 de cuartilla, por lo que las limitaciones físicas, nos obligaban a sintetizar, ¡wow! Adiós a las sabanas tan de moda en internet.

José Manuel Paadin inauguró el pantano, con un excitante repaso a la historia de la infografía, mostrándonos las diferencias con la propaganda y otras primas cercanas.

El objetivo era imprimir dos infografías, con dos imágenes potentes, slogan, y el dato, del que se sacaba, y el cual, tiene que estar en el dibujo y en el titular.

Se entregaron dos artículos, a tres grupos para extraer las ideas potentes, uno sobre los refugiados de Siria y otro sobre la duda de si pagar la luz o el piso por parte de muchas madres que sustentan familias.

Acostumbradas a despejar la variable rápidamente, crear el slogan y plantear el diseño, los dos grupos posteriores nos bloqueamos en la necesidad de meter el dato, ahí la diferencia entre la propaganda y la infografía…

Una  vez, decididas que infografías hacer, nos dividimos en dibujantes y en redactores, para seguidamente pasar a tocar con respeto al principio la imprenta, y jugar después con ella, buscando la parábola infinita.

Aparte, de aprender a ser más respetuosos con el dato, a admirar la impresión tipo a tipo, pantalla a pantalla de color… Se da una dinámica de trabajo muy interesante, haciendo y deshaciendo grupos hasta llegar a uno sólo que se va repartiendo las tareas con una sonrisa de oreja a oreja. 

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