Hoy los medios de incomunicación llenan sus espacios con
un tío frustrado y depresivo, focalizando todo el daño que ha causado a 149 personas
y a sus familias. Como si culpar al loco que ha actuado de esta forma fuera la
manera de solucionar los fallos de seguridad acaecidos, cuando se pone en juego
la vida humana, de forma tan gratuita.
Ayer otro avión A320, tuvo un aterrizaje fallido, en
noviembre se declaraba una alerta de seguridad, que nadie hizo caso. Al día siguiente
del “accidente” 30 tripulaciones de Germanwings se negaban a volar,
si todo estuviera bajo control no hubieran dudado.
Cuando se habla de negocios de muchos millones de euros, no creo ni en el fallo humano, ni en las conspiraciones, pero si en la
rentabilidad, en ajustar los costes y los procesos. Y he aquí, el problema, la
calidad que compramos está ligada a la seguridad y confianza que nos venden, y
no puede ser que sólo sea de boquilla. El sistema de seguridad y calidad de
Lufthansa hace aguas, por muy compañía alemana que sea. Más vale que los
millones que invierten en marketing, los destinen a rediseñar y controlar los
procesos de seguridad y calidad.
Dejemos los aviones y vayamos al comercio más extendido en
España, el bar. ¿Cuántos restaurantes de Pesadilla en la Cocina cumplían la
normativa de inocuidad (seguridad) alimentaria? Pocos, muy pocos. ¿Crees que son
los únicos? Si no cumplen la normativa, en caso de intoxicación, el seguro no
se hace cargo, y llega el cierre del negocio. Más aún la Unión Europea multó al
gobierno español por no obligar a que todos los restaurantes cumplan con el mínimo, pero es más fácil pagar la multimillonaria multa a costa de engordar la deuda, que concienciar al hostelero.
Ya no valen excusas para cumplir por lo menos la seguridad
alimentaria en la hostelería y supermercados, ahora hay en el mercado
aplicaciones como GEMA que con su gestor de manual a medida adaptado al sector de alimentación, convierte el chequeo de puntos críticos sea un juego de niños.