Gonzalo Osés
jueves, 29 de octubre de 2015
¡No va más!
martes, 27 de octubre de 2015
Sin el sudor de tu frente III
jueves, 22 de octubre de 2015
Criar el creer para crear
martes, 20 de octubre de 2015
Sin el sudor de tu frente II
jueves, 15 de octubre de 2015
Biz el espirítu de Twitter
lunes, 12 de octubre de 2015
Sin el sudor de tu frente I
Desde hace unos días vengo barruntando una cuestión que me gustaría compartirla contigo, con la esperanza de conseguir respuestas que nos lleven a un nuevo paradigma.
Asistimos a un nuevo cambio de sistema productivo, del industrial a la economía digital o del “conocimiento”, facilitándonos comprar de forma más inmediata, sin casi esfuerzo. Basta tener dinero, comprar con el móvil y lo tendrás en casa en dos días.
La educación, no es ajena a este cambio, empiezan a resquebrajarse las paredes de las fábricasempaquetadoras de mentes. Por sus grietas fluyen escritos como “#rEDUvolution” (Maria Acaso) “#lidertarios” (Juan Luis y Fernando Polo) o el presentado la semana pasada “Esto no es una clase”. (Acaso y Paloma Manzanera). Quizás la respuesta a mi pregunta esté en él. Pero, a falta de leerlo, si bien hay un gran cambio en las formas, al derribarse literalmente paredes como en los colegios jesuitas, al final el mantra del esfuerzo permanece intacto. Como escribe César Bona en “La nueva educación” a sus alumnos de primaria les otorga responsabilidades para trabajar la empatia, el respeto, el pensamiento crítico y el esfuerzo.
Entendamos la cultura del esfuerzo como la describe Boris Mir (@lamirada) y Felix Lozano (fundador de Teamlabs) me lo comentó. “No son examenes, deberes o ejercicios. Ni obecer y callar. Es trabajo exigente y con sentido en lo interesante”, o “el esfuerzo y la voluntad forjan la personalidad para conseguir aquello que te propones” me respondia mi madre.
Definiciones que enmarcan las diversas respuestas que me han dado el ágora al cual he preguntado: ¿Conoces alguna metodología educativa exitosa que fomente lo contrario al esfuerzo del alumno? Donde el talento tenga el mismo premio que el esfuerzo.
Las respuestas han sido desde “no, no conozco una, pero si conoces, comparte, asi aprenderé idomas más facilmente”, hasta la evaluación continua, las tutorias personalizadas, trabajar en equipo, las metodologias Waldorf, Montessori, Sudbury, Scrum, los escritos de Sir Ken Robinson o de José Antonio Marina, pasando por la gamificación al introducir comodines para sortear el reto, como me decia el dakariano Jordi Arcarons “Las cosas que se hacen por motivación y pasión tienen un porcentaje muy alto de éxito… Todo es cuestión de superación, pero ¿cómo se llega ahí? Hoy en día vamos sobrados de todo, por lo tanto la ambición es tarea difícil".
Es decir, si la sociedad camina a la facilitación de servicios sin esfuerzo, (acaban de sacar una pastilla para conseguir estar en forma sin ejercicio), ¿por qué el bagaje como personas debemos cifrarlo en base al esfuerzo realizado? Y si ¿deshacemos este paradigma? ¿Puede suplir el talento al esfuerzo? ¿Cómo se detectaría y pondría en valor? ¿Podrían aquellas personas que ya no se rigen por la cultura del esfuerzo sentirse realizadas?
Son cuestiones que te invito a reflexionar, a reformular, a buscar huellas, que quizás si las transitamos mucho muchos, puede que se conviertan en sendas. De momento, como las posibilidades son tantas, me inclino a explorar las roderas que han dejado mi ágora al abrir pista.