Dime que no conoces a nadie que se haya refugiado en
Facebook huyendo de su vida personal, y te invito a una ronda de cañas.
Hace décadas que conozco a Andrea de Gregorio directora de
la obra de teatro El Segundo Infierno, pero ella la dirige no la ha escrito. En
cambio, al autor Alberto de Casso, tras degustar su obra, no me quedo otra que espetarle
“tío, has plasmado mis últimos tres años”, ante su cara de sorpresa al ser la
primera vez que nos veíamos.
Porque seamos sinceros, ¿quién se cree las hipócritas caras
de selfilidad que le regalamos al algoritmo de Facebook? Para servir de excusa
y forrarse vendiendo miles de millones en publicidad. ¿De verdad que eres tan
jodidamente feliz cómo subes en todas tus fotos? ¿En serio? Pues si de verdad
es así, mi enhorabuena, pero vamos que no estás entre mis círculos de amigos…
La de veces que estás en un sitio o te juntas con unos amigos y en cierto
momento, alguien dice “hay que hacerse una foto para el Facebook”, y allá que
nos ponemos todos como atontados poniendo una sonrisa profident… Como sabrás yo
prefiero regalarle fotos de comidas, pero eso es otra historia, que puede que
tenga continuidad...
Lo cual, lleva a la enjundia de la obra de teatro, la cual
sin aspavientos se mete de lleno en los tiempos que vivimos hoy en día, donde
al disolverse nuestra vida profesional como un azucarillo en un té hirviendo, y
con ello, parte de nuestra relación con los demás, al no poder seguir el ritmo
de gastos, acabamos encerrados en casa, con demasiado tiempo libre y alucinando
como la gente es tan feliz en el feis, con lo que te dices, y por qué no…
En mi caso, soy de los que he acumulado varias veces 5.000
“amigos” de los cuales sólo sé quiénes son unos 1.800, y de esos conocerlos
offline digamos que serán unos 1.000, y amigos, amigos o familiares, no más de
20. Porque mi feis no es mi red vital, para eso están los chats de Whatsapp. De
los 3.200 restantantes, la mayoría son mujeres guapas, blogueras, modelos,
actrices… Que por supuesto no las conozco, pero no me importaría, así que
cuando el atontado algoritmo de Facebook, me pregunta si las conozco, le doy a
invitar, y para mi sorpresa, me aceptan. WTF.
Decir, que esta huida mía en
el Facebook me costó una relación, mejor dría LA RELACIÖN, por lo que
asistir al segundo infierno debe ser parte de mi Karma. Si bien, se está
convirtiendo Facebook es en el mercado laboral y de conexión de los que no
llevamos corbata, de ahí que en un par de meses lancen Workplace.
El segundo infierno toca más temas que hoy en día siguen
siendo semi tabúes, lo cual viene muy bien, para hablar descubrir las cartas, y
dejar de ser tan puritanos como aparentamos en el Facebook. Sin duda, tras
verles en la librería Cervantes y compañía, ahora tengo curiosidad por ver lo
que transmiten desde las tablas del teatro La Grada.