Gonzalo Osés

Gonzalo Osés

sábado, 29 de diciembre de 2018

Facebook: Inocente inocente



Tras el escándalo de Cambridge Analytica, en julio, durante una charla Andreu Vea nos contó que Facebook tiene una media de 100.000 datos de cada uno de nosotros, y que la única forma de combatirle, era no decirle toda la verdad de la información que le cotilleábamos, como geolocalizarte en otro continente, y un dato puede que no, pero si lo hacemos a la vez millones de usuarios, puede que volveríamos loco al algoritmo y dejaran de acertar con la supuesta información de ti, que le ofrecen a las marcas, para que les compensen hacer publicidad en tu muro. 

Pues bien, pensando que podría hacer, y como ya me estaba desenganchando del Facebook, a base de desinstalarme su app del móvil. Pensé una buena forma de comprobar si se podría hackear semánticamente a Facebook, fue cambiar mi fecha de nacimiento por la de los Santos Inocentes en España, el 28 de diciembre. Pensando inocente de mí, que el mega chupi guay algoritmo de Facebook, entrenado en las abismales profundidades de los metadatos, se daría cuenta, que, por pura estadística de mis años en su plataforma, el 28 de diciembre, no sólo no era mi cumple, si no, que encima, le estaba vacilando…

Ayer por la mañana, flipaba, cuando una decena de amigos me felicitaban mi cumple por el WhatsApp… sin acordarme de lo que había hecho hace unos meses.

A media mañana de hoy sábado 29, me han felicitado 45 personas por Facebook, una decena por whatsapps directos y casi colapsan un chat de un grupo las felicitaciones.  Lo mejor han sido las felicitaciones de algunas personas que vinieron a las barbacoas por mi cumple este año o el pasado y han alguno que fue a mi cumple me ha llamado para cerciorarse que era una inocentada, una gonzalada más. Hasta se ha dado algún caso, de que me feliciten por chat, justo después de haberme felicitado el 5 de junio por lo mismo…

Moraleja: ¡que confiados somos! Y cuánto vamos en modo automático, que ya no, nos cuestionamos absolutamente nada de nada, sobre todo, qué rápido hemos olvidado el acontecimiento clave de cada persona, el día que retoma la vida. Lo que me lleva a deducir lo fácil que es manipularnos, por pura cesión de funciones.   Porque vamos, ¿Cómo se va a equivocar Facebook? Si es quien me recuerda la fecha de los cumples. 

Aquí tienes un simple ejemplo, puede que yo no sea lo suficientemente relevante para que Facebook cruce unos mínimos datos, o me deje margen para reelegir el día de nuevo de mi cumple. Pero ¿dónde está ese entrenamiento profundo? ¿Esa súper inteligencia artificial? Puede que sea un hecho excepcional, pero esto me lleva a varias conclusiones: las personas son confiadas, son manipulables, les puede más la necesidad de agradar que cuestionar a Facebook. Luego nos quejamos de las fake news, del Brexit, de Trump o de los que venga. 

¿Qué propósito tienes para el 2019, Seguir confiando en Facebook y dejar que te sigan manipulando? O hackearle semánticamente y empezar a mentirle. ¿Te atreves a hacerlo en Instagram?

PD: a mis “amigos” del Facebook espero que no se tomen a mal la inocentada. 

jueves, 27 de diciembre de 2018

Educacción sin dirección





A diferencia de José Antonio Marina, el libro "¡Educación!" de Sonia Díez, no me hubiera gustado escribirlo. Cierto es, que tenía curiosidad de leer la opinión de una persona directora de un colegio sobre la deriva actual de la educación, pero será por la expectativa creada con vallas publicitarias en mitad de la autopista de Málaga, o por su absoluto desconocimiento de lo que es emprender, que me hace dudar de todo lo demás. 

Es una pena la oportunidad perdida, para plantear las soluciones que a lo largo de su vida la han llevado al éxito, por el contrario, recurre a la ya manoseada metodología de poner al usuario (el niño) en el centro de atención, pero sin tener en cuenta su opinión. Otra vez, hablando de design thinking, pero sin bajar un solo ejemplo, y hacer referencia a IDEO y no a la Designpedia es parecer explorar poco. Incluso pidiendo que se enseñe creatividad a los niños, pero si es en el colegio donde los niños pierden su creatividad. Una cosa, es lo que aplicamos a los desempleados de cuarenta años para recuperar a su niño, y otra, enseñar al agua a ser agua. 

De nuevo, nos encontramos ante un decálogo de lo que dice Key Robinson, y a tropecientos foráneos más, enuncian en charlas magistrales que no van a ningún lado, planteando un debate, pero sin oponentes, no hay ni una sola cita a algún docente español, ni María Acaso, ni César Bona, ni la cantidad de nuevos colegios o madres de día que están aflorando. Cero patatero. Yo me lo guiso, yo me lo como. Todo muy de directivo.

Aparte, a riesgo que Roger se mosquee, creo que no están bien distribuido los capítulos, una pena, que no empiece por el último párrafo, o que los “¿por qué no?” de la página 161, no fueran los nombre de cada capítulo. En vez de eso, nada más empezar, te encuentras con el agujero negro del emprendimiento, el cual aparenta desconocer. Por lo que te ruego que te saltes el capítulo 3. Porque por mucha hija de, que haya reinventado su colegio, sabrá de directiva o de intraemprendimiento, pero no de irrumpir en su sector. Al hablar de emprender como si fuera un milagro. Cuando lo que hacemos la mayoría es perder pasta y amistades. Y tras conseguir recuperarnos algo, nos volvemos a lanzar al ruedo, creyendo ver una beta. 

Así mismo, me sorprende que no haga ninguna referencia a que la séptima competencia de la LOMCE sobre de emprendimiento y desarrollo personal. Pero lo sangrante, es que se olvide del SEK, y del SEKLab Junior donde, las adolescentes de ahora, ya son capaces de crear la app No More, o de la cuarta edición que lleva la aceleradora de edutech SEK Lab, donde si se deja experimentar a los emprendedores nuevas soluciones. 

Me quedo con su mapeo del triángulo de las Bermudas, entre los desbordados padres, profesores y administraciones, a los que nadie les ha obligado a serlo, y en cambio hacen sucumbir, los dones que trae cada persona recién nacida a esta vida. 

Resulta curioso, que se cuestione la educación actual, pero no la que ha llevado al millón de cincuentañeros al paro de larga duración. Y a otros muchos a trabajar de dependientes en horarios que distan mucho de la libertad que cita en la primeras hojas y en sitios tan guays y marketinianos como es Campus Google en Madrid.

Así mismo, agredezco dos definiciones sobre el origen de la palabra educación y lo que es un profesor, las cuales, me ayudan a afianzar lo que haré el próximo año. E irán en dirección contraria de la entradilla que hace Ángel Gabilondo, y sobre todo de sus palabras de la contraportada, Ángel ¿en serio crees que es innovador la tesis que plantea Sonia? Habla mucho de acción, pero poco de dirección, pareciendo al final el libro “¡Educacción!” un pollo sin cabeza, ¿Cómo la sociedad española?

Sonia, hoy más que nunca, hay que recuperar el Wakana, y acercarte lo más posible a tu SER, y recordar, en qué momento, la mayoría de los padres, directivos, profesores, filósofos y ministros españoles decidieron sus decisiones a otros y se convirtieron en ofertantes de sol y playa, de 10 a 2 y de 5 a 8, sin premios nobeles de por medio ¿En la escuela? 

PD: estimados aguantadores, para mí tampoco que es de buen gusto levantar la alfombra de un libro que prometía más de lo que ofrece. Así que para el año que viene, publicaré libros que han hecho pensar a personas que me hacen pensar a mí. 

martes, 25 de diciembre de 2018

Mirar para otro lado, hasta en Navidad


El miércoles pasado mientras desayunaba en un bar, escuchaba de fondo la conversación entre el encargado y sus tres empleados, dos de ellas mujeres, que como no podría ser de otra forma, versaba sobre la detención del asesino de Laura Huelmo. 

Enseguida el encargado cogió la batuta de la conversación y dijo, habría que meterle en la cárcel de por vida, a lo que el empleado le respondió, a ese, a La Manada, a… y sin dejarle continuar el encargado le dijo (refiriéndose a la víctima de La Manada), “bueno, bueno, todos sabemos cómo es la noche, y si no se defendió…” Como un resorte me giré, y me lo que quedé mirando, flipando con la suficiencia de sus palabras. A lo que al ver que seguía diciendo “si se dejó grabar y tardó en denunciar… es que algo quería”. Y ahí a riesgo de llevarme un día dos hostias, me levanté y me fui a hablar a cuestionarle como podría decir eso con esa tranquilidad. 

El tío no se lo esperaba, y cuando le dije que si de verdad pensaba lo que estaba diciendo, o si entraban cinco bigardos en su bar si seiba a repartir mamporros, o si alguna vez le han dado una paliza y se ha ido a la hora a denunciar… El tío, fue reculando, pero la guinda fue cuando le dije si me estaba diciendo que sus hijas pequeñas no podían salir a las fiestas locales sin miedo a que les pasará algo. Cuando llegue al bar estaba hablando a en voz alta por Whatsapp con sus hijas. 

Querido lector, los tíos tenemos que dejar de ser unos gilipollas, unos pseudo machitos, y dejar de mirar para otro lado, cuando otra persona dice insensateces públicamente. Los valores que sostienen nuestra sociedad no sólo se aprenden en casa o en la escuela, si no, en la convivencia con los demás, por lo que no es admisible callar e ir a lo tuyo, porque no quieres líos, haber elegido nacer cochinillo, en vez de hombre. Pregúntale a tus amigas runners si cuándo salen a correr van con la geolocalización activa del WhatsApp, ¿tu mujer, tus hermanas, salen a correr? O a tus hijas si se han descargado la aplicación No More de las adolescentes del SEKlab Junior, tras vivir una de ellas un momento de acoso. 

Como retuiteo Laura Huelmo en 2015, “te enseñan a no ir sola por sitios oscuros, pero a los monstruos no les enseñan a no serlos”. Es el momento de no callarse, de no mirar para otro lado, de conversar y educar a quien la pone encima de la mesa, creyéndose que le vamos a reír las gracias, porque eso es apología de como dice Iván Giraldo, terrorismo machista. El cual mata en España a más españolas que el islámico al año, y lo único que hacemos la mitad de la población es mirar para otro lado, hasta en Navidad. 

Por cierto, feliz navidad 

jueves, 20 de diciembre de 2018

Poesía emprendedora



¿Conoces a la casi poetisa Clara Valero? ¿No? Pues ya estás tardando, a sus dieciséis años acaba de auto publicar su primer poemario "A ras de piel". Versos que fueron su válvula de escape a sus propios miedos que la atenazaban. Y que tanto bloquean a los adultos a lanzarse a intraemprender o emprender. 

Pero no estamos ante un libro más, si no, ante una actitud que tan bien enarbola Clara, al ser el libro sólo la primera parte de su proyecto de emprendimiento del coworking de EOI y la Junta de Comunidades en Talavera de la Reina que finalizó ayer. Si no, que la segunda parte es una marca de camisetas que está creando, donde no sólo plantea mensajes con rollo, si no, que le da una nueva vuelta de tuerca a la forma de transmitir ese mensaje, pasando de las clásicas dos dimensiones de una camiseta a generar una experiencia digna de su generación más cerca de la tecnología exponencial, abriéndose a un sinfín de posibilidades de interacción con los contenidos. ¿Cómo? No es el objetivo de estas líneas hacer un spoiler.

Tan sólo agradecer a Clara asumir como un juego el reto de crear dos productos en cinco meses, validarlos, invertir en ellos, con su plan de negocio, y presentarlo sin miedo, y sobre todo, plantear una fructífera relación entre soportes tan alejados entre si como son el papel y la ropa, conectándolos a ras de piel, a través de una económica tecnología ya testada, pero a la que le queda camino por recorrer. Acercándolos a un público que se cuestiona a diario todo. 

Cuando veas el resultado de las camisetas, puede que pienses que no ha inventado nada, pero si habrá innovado, como en su momento lo hizo el de la manzana sustituyendo el lápiz de las note books de HP por el dedo que lo mueve todo. 

martes, 18 de diciembre de 2018

Plegar egos



La mejor forma de comprobar que un familiar se recupera de una situación delicada de salud, es ver como los egos de cada uno van tomando posesión de las conversaciones, convirtiendo la dialéctica en una guerra de trincheras. 

Se me escapa la razón por la cual no hemos eliminado el ego como especie. Con los miedos y los prejuicios crean el triángulo perfecto por el que se desaguan las personalidades y actitudes de cada uno de nosotros. ¿Quién gana? Nosotros no.

Hay por ahí un meme, o un twitter de Javier Reverte, haciendo referencia que no tiene sentido discutir por el simple hecho de llevar la razón, por arribar tu bandera, porque tu verdad prevalezca… De hecho, hay un refrán que dice, “dos no discuten si uno no quiere”.

Más que hastío y cansancio de responder a los que aburguesados que piensan dentro de su calentita caja de confort. Es la certeza, que no tiene sentido perder inhalaciones en convencer de algo a alguien que no sabe que puede que tenga un problema. 

Cuando te das cuenta que lo único cierto en la vida actual, es que nacemos para morir. Los egos sobran, las medallitas, los y tu más, las comparaciones carecen de sentido, por lo menos para mí. Si tú quieres seguir dialogando con tu espejito mágico, chapeau, pero no esperes encontrarme al otro lado. 

Para 2019, me bajo de la confrontación, aunque no tengo claro como lo voy a hacer, porque hay mucho por solucionar, crear, conectar, construir, y la base para ello, es plegar egos, desarbolar banderas, tender manos o mejor aún, pasar del que te grita (sobre todo en las redes online), que en algún momento se cansará de hablar solo. 

Como sigo en 2018, la he vuelto a cagar hace un rato, por sacar a pasear mi ego, en vez de escuchar a la otra persona, o mejor dicho, leer de de forma activa en el Whastapp, el canal de comunicación, que nos incomunica cuando la conversación se acelera...caminante no hay camino... 

¡Feliz verano!