Tras el escándalo de Cambridge Analytica, en julio, durante una charla Andreu Vea nos contó que Facebook tiene una media de 100.000 datos de cada uno de nosotros, y que la única forma de combatirle, era no decirle toda la verdad de la información que le cotilleábamos, como geolocalizarte en otro continente, y un dato puede que no, pero si lo hacemos a la vez millones de usuarios, puede que volveríamos loco al algoritmo y dejaran de acertar con la supuesta información de ti, que le ofrecen a las marcas, para que les compensen hacer publicidad en tu muro.
Pues bien, pensando que podría hacer, y como ya me estaba desenganchando del Facebook, a base de desinstalarme su app del móvil. Pensé una buena forma de comprobar si se podría hackear semánticamente a Facebook, fue cambiar mi fecha de nacimiento por la de los Santos Inocentes en España, el 28 de diciembre. Pensando inocente de mí, que el mega chupi guay algoritmo de Facebook, entrenado en las abismales profundidades de los metadatos, se daría cuenta, que, por pura estadística de mis años en su plataforma, el 28 de diciembre, no sólo no era mi cumple, si no, que encima, le estaba vacilando…
Ayer por la mañana, flipaba, cuando una decena de amigos me felicitaban mi cumple por el WhatsApp… sin acordarme de lo que había hecho hace unos meses.
A media mañana de hoy sábado 29, me han felicitado 45 personas por Facebook, una decena por whatsapps directos y casi colapsan un chat de un grupo las felicitaciones. Lo mejor han sido las felicitaciones de algunas personas que vinieron a las barbacoas por mi cumple este año o el pasado y han alguno que fue a mi cumple me ha llamado para cerciorarse que era una inocentada, una gonzalada más. Hasta se ha dado algún caso, de que me feliciten por chat, justo después de haberme felicitado el 5 de junio por lo mismo…
Moraleja: ¡que confiados somos! Y cuánto vamos en modo automático, que ya no, nos cuestionamos absolutamente nada de nada, sobre todo, qué rápido hemos olvidado el acontecimiento clave de cada persona, el día que retoma la vida. Lo que me lleva a deducir lo fácil que es manipularnos, por pura cesión de funciones. Porque vamos, ¿Cómo se va a equivocar Facebook? Si es quien me recuerda la fecha de los cumples.
Aquí tienes un simple ejemplo, puede que yo no sea lo suficientemente relevante para que Facebook cruce unos mínimos datos, o me deje margen para reelegir el día de nuevo de mi cumple. Pero ¿dónde está ese entrenamiento profundo? ¿Esa súper inteligencia artificial? Puede que sea un hecho excepcional, pero esto me lleva a varias conclusiones: las personas son confiadas, son manipulables, les puede más la necesidad de agradar que cuestionar a Facebook. Luego nos quejamos de las fake news, del Brexit, de Trump o de los que venga.
¿Qué propósito tienes para el 2019, Seguir confiando en Facebook y dejar que te sigan manipulando? O hackearle semánticamente y empezar a mentirle. ¿Te atreves a hacerlo en Instagram?
PD: a mis “amigos” del Facebook espero que no se tomen a mal la inocentada.