El martes por la noche me dolía tanto esa zona que me señalaba del pie que la hice una foto para al día siguiente explicarle mejor a Rubén (mi fisio de la Fraternidad) donde me dolía. No sé qué tocaba, si era hueso, tornillo, tendón o músculo, pero mandaba señales de alarma al cerebro, quizás los 7 kilómetros andados de un lado a otro por Madrid, aparte de la rehabilitación tendrían algo que ver.
A la mañana siguiente, cuando Rubén tocó, aquello resulta que era un ligamento, sí como eso que tienen los futbolistas en la rodilla. Empezó a hacerme un cyriax, y esta vez no sólo consiguió callarme, para beneficio de la sala, si no, que me tumbó del tirón, de estar sentado, pase a estar tumbado en la camilla e intuir durante unos segundos los cinco planetas alineados. El cyriax es una maniobra de choque y evasiva que invita a esa parte del cuerpo a desestresearse, con lo que reduce las llamadas de auxilio al centro de control.
Como sabes, Rubén me mejoró la vida, el día que me explicó que tendría dolores irradiados en zonas que racionalmente carece de sentido. Pues bien, con el sufrimiento creo que pasa algo parecido. El dolor se tiene, son llamadas de auxilio, pero el sufrimiento se elige. Porque es decisión del centro de control como quiere vivir la experiencia en los siguiente segundos, minutos, días o años. Como las personas que se suben a una montaña rusa, sabiendo que van sufrir el vértigo allá arriba.
Aunque nos hayamos dejado educar para echar balones fuera de lo que nos pasa, en realidad, sufrir es una elección gratuita. Cuando diferencias el dolor ya sea físico, emocional o energético del sufrimiento la vida es más sencilla, y como ha sido mi caso, acortas los plazos de rehabilitación.
Es decir, no tiene sentido sufrir porque nunca superaré las pruebas para ser GEO, pero sí las de levantamiento de vidrio y barra fija. Mi brazo izquierdo en según que extensiones me dolerá, pero con unos estiramientos para evitarlo, la vida será más fácil y cero sufrimiento.
¡Plena consciencia!
PD: Marina, muy buenos días