A los que nos dedicamos a identificar y licuar la propuesta de valor
de las empresas, para que su mensaje sea entendible por un responsable de
compras o el consumidor, la propuesta de un taller de Infografía Popular
(sintética), pues nos pone mucho.
El pasado sábado nos juntamos 15 traductoras de tesoros, diseñadoras
gráficas, publicistas, collageras, y más collageras, al convocar el workshop
Álvaro Sobrino en su mágica plataforma de creación offline. Escribo en femenino
porque excepto los hermanos Paadin, el convocante y el menda, el resto eran
mujeres, lo cual, me llevo a experimentar sensaciones puntuales que ellas
sufren a diario en el mercado laboral. Ese puede ser otro workshop interesante,
para directores de recursos humanos, que pagan un 25% menos a sus empleadas por
ser más eficientes.
Una de las cosas que más llamaba la atención, es que era un taller
offline, con una imprenta Boston de hierro y tipos
móviles (letras metálicas para componer la frase…), tinta de color negra y otra
roja y tamaño A5 de cuartilla, por lo que las limitaciones físicas, nos
obligaban a sintetizar, ¡wow! Adiós a las sabanas tan de moda en internet.
José Manuel Paadin inauguró el pantano, con un excitante repaso a la
historia de la infografía, mostrándonos las diferencias con la propaganda y
otras primas cercanas.
El objetivo era imprimir dos infografías, con dos imágenes
potentes, slogan, y el dato, del que se sacaba, y el cual, tiene que estar en
el dibujo y en el titular.
Se entregaron dos artículos, a tres grupos para extraer las ideas
potentes, uno sobre los refugiados de Siria y otro sobre la duda de si pagar la
luz o el piso por parte de muchas madres que sustentan familias.
Acostumbradas a despejar la variable rápidamente, crear el slogan y
plantear el diseño, los dos grupos posteriores nos bloqueamos en la necesidad
de meter el dato, ahí la diferencia entre la propaganda y la infografía…
Una vez, decididas que
infografías hacer, nos dividimos en dibujantes y en redactores, para
seguidamente pasar a tocar con respeto al principio la imprenta, y jugar
después con ella, buscando la parábola infinita.
Aparte, de aprender a ser más respetuosos con el dato, a admirar la
impresión tipo a tipo, pantalla a pantalla de color… Se da una dinámica de
trabajo muy interesante, haciendo y deshaciendo grupos hasta llegar a uno sólo
que se va repartiendo las tareas con una sonrisa de oreja a oreja.
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