Cuan necesaria son hoy en día las historias
de superación, que nos ayuden a saltar al vacío, a salir de nuestra zona de
confort, para alcanzar nuestros sueños, o mejor dicho, para ser nosotros
mismos, traspasando a diario la alarma del miedo que cunde cuando sacamos el
pie de lo seguro, y de lo que nos sale con facilidad.
Aprendí a nadar en las piscinas de los
Mundiales del 86, y de refilón mirábamos a los camicaces que se subían a las alturas, y cual pájaros en busca de su
comida se zambullían en la enorme piscina. Contemplar a aquellas personas
pájaro me causaba asombro, a la par que bastante miedo. Alguna vez nos dejaron
saltar desde el salto más bajo, me da que para ojear potenciales Illianas a la
par que jugábamos a quien hacia la bomba más grande cuando no nos veían los
monitores… A mí me gustaba zambullirme y
pensar si en esa piscina cabía un submarino nuclear…
Javier Illana en “No es el cuerpo, es la mente” (Alienta), nos invita a ese vuelo mágico del control mental interior,
explicándonos sus vivencias, sus aspiraciones, su inspiración para superar a
sus rivales físicos y a si mismo… Poniendo en valor, una llave que hace tiempo
vengo buscando. Me explico, nos narra cómo le educaron en la cultura del
esfuerzo, de la perfección de la repetición, para ser un yet robótico que
hiciera el vuelo perfecto. Pero sin enseñar a entrenar la mente, a afrontar la
gestión de la frustración ante el fracaso. Como recalca en la página 56, el
mindfulness debería enseñarse en clase, puede que de esta manera sea más fácil
pasar fordista y rutinaria cultura del esfuerzo a la del talento.
Agradecer a Javier un libro de estilizada
cintura en el que aglutina tantos aprendizajes, el vital, el de superación
personal, y sobre todo, el de la estrategia educativa para formar a las
personas del presente. Ahora en la profunda piscina de la crisis, nadan
personas sintiéndose ahogadas, y una vez que llegan al bordillo, saben que no
basta con salir de la piscina, sino hay que subir un metro para salir de la
zona de confort y dar su salto personal. Para ellas, este libro servirá para saltar
de la mano de Javier. Además, creo que esta obra debería ser regalada a todos
los chavales de primaria, para que sean ellos quienes elijan la cultura de la
atención plena y del talento, porque su presente es suyo, no se forman para ser
alguien en el futuro lejano… Sino para ser felices ahora.
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