Gonzalo Osés

Gonzalo Osés

miércoles, 13 de mayo de 2020

Adopta a tu restaurante favorito, el mío La Txaska Etxea



Hoy he amanecido leyendo la triste noticia de los 101.942 madrileños que hacen cola a diario para comer. Desde aquí, te propongo que adoptes a tu restaurante preferido, y con tu dinero salves de estar en esa cola a la quincena de empleados que suele haber en un restaurante, y que ahora están en un ERTE deseando salir a escucharte, servirte y sonreírte con la mirada. Hablamos de 280.000 bares y restaurantes en España, es decir, unos 4.200.000 de creadores de alegría, vida y riqueza para reconstruir el país.  

Ánimo a El Tenedor a adelantar su acción de bonos prepago para cuando puedan abrir físicamente el restaurante, a ahora, el momento Take Away que se la juegan en un ámbito que la mayoría desconoce. 

El restaurante que he adoptado es La Txaska Etxea, donde celebro los acontecimientos que me pasan en mi vida, y pago a gusto casi 50 €, sabiendo que también se puede comer de menú por 15 € entre semana o incluso de personalísimas raciones. Perdón, se podía comer de menú o de raciones antes del Covid19, pero digo yo, que, en algún momento, volverán a abrir su mítica restaurante en Legazpi, y ofrecer su embriagador servicio de sala. Donde se come mejor que en casa, y sin lavar los platos. 



Ayer tocaba celebración por todo lo alto, ¿qué celebraba? Pues que este lunes, Carlos Pérez levantó la persiana de ese templo gastronómico madrileño que es La Txaska Etxea, la máquina del placer culinario, cual Satisfacer para las papilas gustativas. 

El lunes en las historias de Instagram de @latxaskaetxea aparecía su carta de esta nueva temporada, con sus must que te desconfinan el paladar, transportándote al paraíso del placer desde tu casa. Fue duro, dejarme exquisiteces para las próximas semanas porque habrá que celebrar una vida post corona virus, y al final elegí: los tomates de la Txaska con ventresca, mollejas crujientes de cordero y su mítico bacalao a la vizcaína con esa salsa tan suya, y de postre Bolitas de frutas naturales

Otro regalo, ha sido ver a Juan, cuando me ha traído el tesoro a casa, como hace al traerlo a la mesa de la Txaska con su sonriente mirada. Es un placer veros en directo, porque la Txaska además de excelente producto y servicio, tiene mucha esencia de Maxi y de su equipo, tan bien liderado por Carlos, el cual, se ha pasado la pandemia, en vez de confinado en casa, ha estado confitando alegría de cientos de ancianos de residencias y sanitarios de hospitales madrileños donándoles las bolitas de vida en forma de bolitas de frutas naturales de El Copón de Isabel, su chica. Como dice Carlos “siempre sonrió a la vida, porque creo que la vida es muy larga, pero a la vez pasa ¡muy deprisa! Por eso la vivo con intensidad, disfrutando cada día y valorando cada paso que doy, creo que ese es el secreto para ser feliz Y poder transmitir a los que me rodean”. 
  

Más claro agua, destapar la ración de selección tomates con ventresca de La Txaska es un orgasmo que te eriza los pelos de la nariz al oler a los campos donde han nacido, y te recuerda a que huelen los tomates, y no es el corona virus quién me tenía anestesiado, si no, las grandes superficies. Por cierto, me guarde la mitad para degustarlos otro día y recordar cómo será pasear en el campo. 

Mi economía como autónomo no es boyante, ahora mismo, eso si no he parado de currar y de crearme mi próximo empleo para este año. He decidido ahorrar más en otras cosas, para ayudar ahora al equipo de personas que me hacen felices como es el de Carlos, que de sus 15 empleados saca a tres del ERTE para apostar por el Take a Way #MontateloEnKasaConLaTxaska. Llamar a 915 271 067 y recoger en Paseo del Molino 8 (Legazpi, Madrid) o te lo envían a casa.



Desde aquí, muchos ánimos y que sepan que no están solos a Juan, Jerry, Roxy, Michael, Carolina, Iris, Carlos, Walter, y a los que no se les ve, pero se aprecia su mano en la cocina, a Ionela, René, Fran, Claudio, Miriam y Ani. 

Porque la Txaska está muy ligada a la última parte de mi vida. Les conocí en septiembre del año pasado, gracias a Ana Hernández (sabe los secretos culinarios de Madrid), una semana antes de mi accidente de moto del que si estoy vivo será para algo. Recuerdo aquel lunes, que llegue de viaje a las seis de la tarde a La Txaska a la comida que continuaban Elisabethg Iborra, Sara Darkhaloui Sarah Darkhaloui y Maxi, no recuerdo si me atendió Carlos o Juan, el caso es que me merendé un solomillo que estaba sorprendente. Mientras alucinaba con la historia de Maxi explicando la esencia de ese templo. De mayor me encantaría hacer lo mismo. ¡Que grande Maxi! Muchas gracias por crear la Txaska. 

Pasado el susto del accidente, y del hospital, en cuanto pude dejar la silla de ruedas y pillar las muletas, me fui a celebrar la vida con los amigos que me regalaron su tiempo en el hospital de Toledo. Gracias desde aquí al equipo de enfermería. 



Desde entonces, cada vez que he celebrado mi cumplemes lo he celebrado en la Txaska, hasta que llegó el Covid19, y como vivo sólo, pues se vino el muy capullo a compartir piso conmigo el 17 de marzo. Menos mal que su vacile fue en modo leve, aparte de un par de sincopes. Ahora, ya recuperado y con la lección de humildad casi aprendida. 



En la Txaska celebramos el 46 aniversario de boda de mis padres, que se vinieron a Madrid a cuidarme tras la caída de la moto, dejando sus vidas en Málaga y me siguen ayudando en la distancia prestándome dinero y protegiéndose del bicho. ¡Gracias! ¡Padres no hay más que uno! Y los míos son cojonudos como los espárragos de pamplonicas. 



Tengo grandes recuerdos de comidas en la Txaska como la comida de noche vieja o la de exaltación de la vida, al volver a disfrutar de la presencia de mi admirada Elisabeth Iborra (genía y fugura) con Sarah y su gran amigo Edu al cual había presentado a Elisabeth la misma persona que a mi. Aquella comida, empezó un 10 de enero, el día de mi santo, a las dos de la tarde y acabo a las nueve de la noche porque las Elisabeth y Sarah tenían que coger un AVE a Zaragoza en media hora… Aquel día probé el manjar de dioses que es el ¡Wagyu! Que se quite la carne campaeona del mundo con 70 días de duración. Porque al paso que voy no tendré un hijo, pero habría que llamarle Wagyu. Las mollejas de cordero, estaban de lujo, y me abrieron el paladar a recuerdos de otras vidas. Lo siguiente serán los caños de bacalao… 


Lo del bacalao a la vizcaína con esa salsa choricera está de mírame y no te menees, cual viagra para el paladar de un foodie. ¡Redios! Sin palabras, vuelvo a salivar solo de pensarlo unas horas después de catarlo. 


Maxi, perdóname, no son los colores de Donosti si no del Pais Vasco. Que ya me veo a Maxi bilbaíno de pro, cancelándome los pedidos. Es la inercia que tenemos los hijos de guipuchis... Habrá que dirimirlo tras la bandera de la Concha de este año. 


El punto refrescante lo han puesto las bolitas de melón de El Copón, donde de nuevo he flipado con un melón que sabía a melón. Muchas gracias por recordármelo. Además, súper cómodo de catarlo, sin tener que pegarte, tan sólo disfrutar. 



En definitiva, ante el tsunami que estamos sufriendo es el momento de reconstruir nuestro estado de bienestar, el de cada uno de nosotros, rehaciendo nuestro barrio, nuestras relaciones con las personas, equipos, empresas que nos hacen felices, y plenos. En mi caso, como queda claro aquí, es La Txaska Etxea, y ¿el tuyo? ¿Cuál es? 

Por eso, te planteo el reto “adopta tu restaurante favorito” y llénales de felicidad pidiéndoles comida para llevar a casa una vez a la semana, y si tú economía no da, hazlo cada quince días o una vez al mes. Por ejemplo, a La Txaska tiene 1.363 fans en Instagram, si cada uno de nosotros pidiera comida una vez al mes serían 68.150 €, lo cual, sin saber sus costes, creo que daría para pagar al personal que se la juega fuera del ERTE, el local, proveedores, y todo lo referente a las nuevas medidas de seguridad e higiene anti bicho. Sería invertir 1,66 €  al día por cada fan en Instagram de La Txaska, si hiciéramos un pedido de 50 € una vez al mes. 

Porque los bares y los restaurantes son nuestra vida, el comercio y el bebercio han creado grandes relaciones, de amistad y de negocio, y ahora a las personas que regentan estos espacios de ocio y de negocio, nos necesitan. Les debemos nuestro apoyo económico, no solo nuestro ánimo y aplauso. A reconstruir un país se hace con hechos no sólo con palabras. 


Una sugerencia, ¿podríais incluir en la carta de temporada los míticos boletos edulis con su salsa o la seta de temporada que toque? Y luego en casa, intento imitar a Juan a darle el punto de vuestro aliño. 



Esta es la carta de esta temporada de La Txaska Etxea por si te animas a hacer una gran acción solidaria, a la par que sales del confinamiento y de tu ciudad, viajando a la esencia de la naturaleza, a la mar y a las montañas, donde crecen los protagonistas de mi templo culinario favorito. 







¡Buen provecho!

Reconstruyamos nuestra vida, sin dejar atrás a las personas que nos hacen felices. 






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