Gonzalo Osés

Gonzalo Osés

jueves, 13 de febrero de 2020

Kintsukuroi



Al día siguiente que Daniel, (mi médico de la Fraternidad), me diera el alta laboral, me fui a visitar a mis padres, ya 
jubilados en la playa. Al despertar al día siguiente y coger el móvil, con el cable del cargador tire un cuenco que había en la mesilla de noche donde dejo las llaves y los dineros… Hace seis meses lo hubiera tirado a la basura, hoy he aprendido a tener la paciencia para darle una segunda oportunidad y hacer un Kintsukuroi, reparándolo, al saber que el objeto es más bello por haber estado roto. Mostrando una nueva vitalidad, capacidad de resiliencia y superación. 

Mientras lijaba, pegaba, embellecía el cuenco de barro, pensaba en la actitud con la que los duendes de verde de rehabilitación de la Fraternidad han pegado mi físico. Desde la alegría y vitalidad de Marisa, Nieves y Rocío, a las conversaciones abiertas de Cris, Edu, Rubén, Leire, Vanesa, Guiomar, Keka, Rocío y Aitor que te invitaban a interactuar con ellos como iguales, cual fraternidad. Mientras sus expertas manos te iban lacando con oro las grietas de tus músculos, y de energía positiva la mente, para intentar PNLearte y convencer a tu cerebro que el dolor se tiene al despertar el cuerpo, pero el sufrimiento se elige, y así recuperarte antes. 


Desde el primer día que llegué al taller de alfarería humana, me recordó a los campamentos de verano que iba de niño. Enseguida estuve rodeado de cuencos que se esforzaban a diario por cerrar sus lesiones y armarse de valor para volver a ser contenedores de conocimiento, sabiduría y alegría para facilitar la existencia a otras personas. Aunque a veces pareciéramos una colección de jarrones chinos, parte de mi capacidad para volver a ser un facilitador de innovación se la debo a las conversaciones con esos maravillosos jarrones, jarras, platos, cuencos, vasos, copas, vasija de porcelanas y de barro que me han acompañado durante cien días en el taller de reparación cerámico. 


Gracias a:
-       A Luis (femur) por su enorme sorisa inasequible al desaliento, llueva, truene o nieve.
-       A Pilar por enseñarme a sobreponerme para ayudar a los demás sonriendo por muchos vértigos que le dé su hombro. 
-       A Javi (app) por recordarnos cada día al llegar la importancia de estar vivos.
-       A Teresa por enseñarme que el equilibrio es mejor que vivir al límite. 
-       A Blanca por empeñarse a que anduviera bien con la pierna buena, porque se me había olvidado.
-       A Sandra por subirse a la bici para acompañarnos en las últimas rampas del Col do Tourmalet del nivel 16 (tope). A la par que instruirme sobre los diferentes andares de los elefantes marinos y los pingüinos. 
-       A Julio por ayudarme a estar más conectado con mi ser.


-       A Manu, por las “carreras” de columna a columna que me ha ganado, excepto la última que hubo que tirar de VAR.
-       A Alberto por mostrarnos su sonrisa a diario a pesar de los dos meses que se pasó “probando” camillas durante horas, ¿para cuándo un mus en el bar?
-       A Stephi por enseñarme a ser paciente, y pensar cantando sin perder la sonrisa
-       A Antonio (tibia) por enseñarme los baches del camino para que no cayera en ellos. El día que hice las sentadillas sabía que por fin volvería al ruedo laboral. 
-       A Claudia (Vanesa adivina quién es) por su capacidad para mirar a la vida de frente y ser asertiva.
-       A Carmen por enseñarme resiliencia y como remontar los bajones con una rubia sonrisa.


-       A Nacho por enseñarme a andar como los pingüinos.
-       A Luis (cervicales) por ponerle swing a la vida.
-       A Patricia por sonreír con la mirada, mientras sus cervicales le retaban a Edu.
-       A Ángel por sus enseñanzas cual pozo de sabiduría vital
-       A Marta por su capacidad de sobreponerse y mirar para adelante
-       A Antonio con gafas (tobillo) por darme relevos en las largas etapas de bici
-       A Ezequiel por esas charlas entre autónomos que nos dan tanta vividilla mientras pedaleamos.


-       A Nataly por dejarme pasar el turno con Rubén sin perder la sonrisa
-       A Olga y Rhonda por no perder la sonrisa pasará lo que pasará
-       A Antonio (tobillo) por permitirme hacer click para ser parte de la solución.
-       A cristina por sobreponerse a lo que pueda venir sin perder la ilusión
-       A David por los entrenos para preparar la san silvestre 2020… La 2019 se nos pasó. 
-       A Rubén (Javí) por enseñarme a andar sobre los talones, algún día bailaré.
-       A Ramón y Milton por enseñarme a “callar” y escuchar, porque todas las personas tenemos algo interesante que contar y aportar a los demás.



PD: Muchas gracias también a los de sonrientes futuros alfareros de blanco: Marie, Hugo,  Esthel, María, Matilda y su compañera, por masajear nuestras músculos y tendones con laca de plata. 

PDII: 100 gracias por cada día que me habéis hecho la vida más fácil, puede que coincidamos en el futuro, de momento  que nos quiten lo casi "bailao". 



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