Hoy se cumplen cinco meses desde el momento que volví a recuperar la consciencia y comprender que seguía vivo, tras 24 horas jugando al mus con mi inconsciente en la UCI, se ve que no era el momento de perder la partida vital.
Ha coincidido a nivel profesional, con que ayer envié un presupuesto para una posible relación de intermediación comercial, cual abre puertas acercando innovación al mercado. Mola, volver a enviar ofertas para abrir el campo de juego. Aunque echo en falta a mi equipo de compañeros de la rehabilitación, con los que celebraba mi cumple mes. Donde el recuerdo de sus miradas sonrientes impulsa mis velas para seguir navegando por el océano laboral.
A la vez, el martes fallecía una hermana de mi madre con 95 años, la cual ha sido una estrella que ha guiado a los reyes magos de sus hijos, su marido y amigos durante casi un siglo, pero que el último año se lo pasó desmemoriada sin poder siendo brújula.
Tuve que cancelar la comida y otras celebraciones de cumple mes, y me sorprendió una frase de una persona con la que había quedado “vaya, lo siento”. Lo cual, me generó varias reflexiones:
- Cómo asociamos el verbo sentir a una circunstancia negativa. Quizá por reflejo de que en los telediarios salen solo noticias negativas excepto que sea de deportes cual opio del pueblo, o válvula de escape.
- ¿Para qué sentir pena? Deberíamos sentir alegría por la gran vida que ha desarrollado y creado a su alrededor. Quizá, estemos demasiados condicionados por lo material y la posesión de la vida como si fuera un objeto, una cosa que nos pertenece, cuando quizás seamos nosotros quién le pertenecemos a ella. La energía de mi tía sigue su viaje, en cambio, se afligen los que se quedan en esta vida, cuando tenemos el encargo de sentir sobre todo plenitud, alegría y vitalidad.
- Aferrarse a la vida, puede ser también por nuestro desconocimiento científicamente probado de lo que pasa con tu energía una vez que has acabado esta vida. ¿Es necesario alargar la vida por el hecho de estar vivos, aunque ya hayamos hecho lo que veníamos a hacer, y ya no vivamos en plenitud? Puede que como plantea el transhumanismo y la Singularity demos muerte a la muerte para el 2050, pero mientras ese momento llega, asistimos a una liminidad en la que se alarga la vida de cuerpos a los que sus propios descendientes les ha despojado de sus funciones y sus lazos de amistad. Y si, ¿la muerte y la vida son una sucesión de etapas en bucle de un viaje?
Esta mañana en el el soleado cementerio me sorprendía la lápida que preside este post.
Y ¿si nos hacemos la vida mucho más fácil?
¡Plena facilidad vital!
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