Gonzalo Osés

Gonzalo Osés

martes, 16 de julio de 2019

El libro del verano 2019


Mi recomendación para este verano es el libro “Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal” del neurobiologo vegeta Stafano Mancuso y la periodista científica Alessandra Viola (Galaxia Gutenberg). Por el absoluto hackeo de mi cerebro ha hecho página a página, obligándome a abrir la mente, para a base de sencillas explicaciones biológicas dejar de mirar a la lechuga como una cosa sin inteligencia ni sensibilidad.

Ahora que está tan de moda Blockchain y las inteligencias colectivas distribuidas, deberíamos reflexionar sobre esa forma “alienígena” que nos da la vida. Porque son las plantas con su fotosíntesis quienes producen el oxígeno que respirábamos, atreviéndome a cambiar  el significado de “vegetal” por el de acrónimo “Vida quE Genera en Tierra Aire Limpio”. 

Cada capítulo te descubre una función vital de las plantas, desde la de moverse al crecer, respirar, dormir, cazar (hay 600 especies carnívoras), reproducirse incluso engañando a los insectos como hacen las orquídeas para que transmitan su polen, comunicarse tanto internamente como con otros seres vivos, respetarse, reconocer a su parentela, calcular gradientes que a nosotros se nos escapan… 

Así que, no me queda otra que asumir que no solo son inteligentes al resolver problemas y tener transmisores eléctricos y bioquímicos, si no, que puede que las plantas sean una inteligencia superior a la humana, basada en una inteligencia distribuida con cientos de puestos de mando en una misma planta, cual internet como la concibió Darpa en su momento, donde la caída de un nodo, no hiciera caer el sistema. Es decir, como no se pueden mover, si le arrancas una flor, la planta no muere, e incluso si es un esqueje se reproducirá. Prueba a arrancarte un dedo y ver cómo crece de él un ser humano… A la par, raro será ver como tu pie habla con tu mano. 

Y sobre todo, superior, porque no solo son conscientes de quienes son, si no, que se mueven por el amor a los demás, creando oxígeno para el 0,3 % de seres vivos no vegetales, a la par que asumen que nos comamos sus frutos maduros, a cambio de mover sus semillas a otros lugares. 

Al igual que a los animales, se les ha reconocido cierta dignidad hace poco, es momento que nos quitemos la venda de los ojos, y agradezcamos a las plantas su misión de posibilitarnos la vida. Y cuando nos las comamos, por lo menos, seamos conscientes del regalo que suponen para la vida. 

¿Te atreves a descubrir un libro inspirador y valiente de sólo 142 páginas? Cómo fueron alguno de los seis libros que escribió Darwin o su hijo sobre la sensibilidad de las plantas. 


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