Esta mañana Jorge Benítez publicaba un artículo con la idea difundida por Hemming Beck que el error humano, nos salvará de ser mascotas de la inteligencia artificial, porque ésta no es creativa y solo sabe seguir las reglas. Entonces ¿cómo pudo un programa de Facebook crear un idioma ininteligible para nosotros y que los diseñadores del algoritmo no habían programado?
Lo que me parece muy interesante es aceptar el supuesto, que cometer errores fue clave para descubrir CRISPR, el Goretex, los Post-its… ¿sigo? Es decir, avances estratégicos para el bienestar han venido por plantarse ante la norma, la convicción social aceptada por todos para gestionarnos, como apuntilla Harari.
Ese error es la puerta de la creatividad, y la misma es un puente entre la inteligencia humana, y la inteligencia universal. Puede que las innovaciones disruptivas con grandes impactos sociales no vengan por repetir por enésima vez el método científico que nos da seguridad, si no, por poder aterrizar ideas que están en el aire, y para aprender a hacerlo te sugiero que te pases por El éxito del fracaso.
En efecto, el ser humano, tiene una oportunidad frente a los ya creativos algoritmos que pintan como Rubens o componen como Mozart, la de conectarse, como ser vivo orgánico con su origen, al ser consciente de quién es y qué aporta a la comunidad.
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