Así se titulaba una canción del grupo de música Tribu X de Joseba
Elola, fallador, ¡uy! lo que ha dicho. Fallar, fracasar palabras prohibidas en
la hidalga y castellana cultura de las apariencias, y de no trabajar con las
manos que está mal visto como le espetaban a Velázquez…
Lo bueno de la crisis es que nos ha puesto a casi todos en nuestro sitio
delante del espejo. Tras caernos de empresas a las que les compraban a
base de crédito, ha llegado el momento de la catarsis, de ex
asalariados a autónomos, convertidos en hombres orquesta: encontrar clientes,
solucionarles sus problemas y que no se te olvide fidelizarlos… para conseguir
ser empresarios.
En esas estamos, cuando en la niebla del camino, aparecen destellos de
hombres hechos así mismos, como Iñaki Arrola de coches.com convertido en business angels y aglutinando un fondo de cincuenta millones de euros para
invertir en startups españolas, o Jesús Vega de Feel Dreams auténtico agitador
empresarial y ex director de recursos humanos de varias Ibex 35...
Pues mientras la máquina de producción de salchichas publicitarias los
venera, hace un año saltó a la arena la catarsis de los falladores, Fuck Up Nights traída de México por Javier Moral de Fangaloka, encuentro mensual donde los
anteriormente mencionados gurús y otros empresarios de relevancia como Rodolfo
Carpentier te cuentan sus mayores fracasos profesionales de forma directa y
sincera… Lo cual, se convierte en los mejores consejos que te puedan dar, la
media de startaperos que se convirtieron en empresarios suele decir que
contrataron pronto y despidieron tarde, (Jesús falló en otros cosas…)
¡Ah! Y muchos la han pifiado
sobre todo invirtiendo de primeras en startups, como ayer reconocían en un
evento para enseñar a invertir en startups el propio Arrola, Yago Arbeloa (Hello Media Gropup) y Javier
Megias de Startupxplore, el mejor mapeo del ecosistema startupero…
Pero ¿hay que fallar para aprender? Pues para muchos sí, (entre los
que me encuentro), cuando la cagas, y te dan un toque serio, te pones las pilas. Pero hay excepciones que confirman la regla,
y una de ellas, es don César
Bona, al cual tuve la suerte de desvirtualizar la semana pasada en un encuentro
de la insurgencia docente liderado por María Acaso en la Institución Libre de
Enseñanza… Otra catarsis, en este caso de profesores… Pues César me comentó “estoy feliz
de lo aprendido hoy”. Hay algo en César diferente, pero él se escuda en que
sólo aplica el sentido común, si lo que hace en sus clases es sentido común,
¿en qué estamos fallando el resto?
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