Gonzalo Osés

Gonzalo Osés

jueves, 30 de enero de 2020

El sufrimiento se elige



El martes por la noche me dolía tanto esa zona que me señalaba del pie que la hice una foto para al día siguiente explicarle mejor a Rubén (mi fisio de la Fraternidad) donde me dolía. No sé qué tocaba, si era hueso, tornillo, tendón o músculo, pero mandaba señales de alarma al cerebro, quizás los 7 kilómetros andados de un lado a otro por Madrid, aparte de la rehabilitación tendrían algo que ver.

A la mañana siguiente, cuando Rubén tocó, aquello resulta que era un ligamento, sí como eso que tienen los futbolistas en la rodilla. Empezó a hacerme un cyriax, y esta vez no sólo consiguió callarme, para beneficio de la sala, si no, que me tumbó del tirón, de estar sentado, pase a estar tumbado en la camilla e intuir durante unos segundos los cinco planetas alineados. El cyriax es una maniobra de choque y evasiva que invita a esa parte del cuerpo a desestresearse, con lo que reduce las llamadas de auxilio al centro de control. 

Como sabes, Rubén me mejoró la vida, el día que me explicó que tendría dolores irradiados en zonas que racionalmente carece de sentido. Pues bien, con el sufrimiento creo que pasa algo parecido. El dolor se tiene, son llamadas de auxilio, pero el sufrimiento se elige. Porque es decisión del centro de control como quiere vivir la experiencia en los siguiente segundos, minutos, días o años. Como las personas que se suben a una montaña rusa, sabiendo que van sufrir el vértigo allá arriba.

Aunque nos hayamos dejado educar para echar balones fuera de lo que nos pasa, en realidad, sufrir es una elección gratuita. Cuando diferencias el dolor ya sea físico, emocional o energético del sufrimiento la vida es más sencilla, y como ha sido mi caso, acortas los plazos de rehabilitación. 

Es decir, no tiene sentido sufrir porque nunca superaré las pruebas para ser GEO, pero sí las de levantamiento de vidrio y barra fija. Mi brazo izquierdo en según que extensiones me dolerá, pero con unos estiramientos para evitarlo, la vida será más fácil y cero sufrimiento. 

¡Plena consciencia! 

PD: Marina, muy buenos días

martes, 28 de enero de 2020

Las prisas son malas consejeras



El jueves pasado, Ángel María el médico que supervisa mi rehabilitación, vio que ya estaba tan bien, y que ya cogía el metro y andaba por la tarde, que me retiro la zona de confort que supone ir en taxi gratis a la rehabilitación. Lo cual, está bien para que mi ser comprenda que la vuelta al cole es inminente. 

Volver al metro es volver a rejuvenecer, a recordar las mañanas yendo al koska con corbata (por el uniforme) y melena, o el famoso kiosco que estaba al acabar las escaleras mecánicas de Tribunal donde un amigo se estampó contra él, tras nuestra primera farra con catorce años… A la universidad ya fui en moto, hasta ahora. 

Se agradece contar con un gran subterráneo urbano, de tal forma que son solo cuarenta minutos de mi casa a la Fraternidad, un poco más que el taxi, que solía pillar los restos del atasco mañanero. 

El Metro es un buen lugar para darme cuenta lo fácil que es manipularnos. Te cuento, mi pierna necesita un cuarto de hora de calentamiento andarín para andar kilómetros sin cojera, ayer cuando empezaba a bajar por las escaleras al andén, me fui cruzando con las personas rezagadas del anterior metro que había llegado, por tanto, como mínimo quedaba un minuto para que llegará el siguiente convoy. Para mi sorpresa me adelantaron tres o cuatro personas brincando sobre escalones, con el fin de llegar lo antes posible al andén, ¿para qué? A los diez segundos llegue al andén y ahí estaban, en la posición que se suelen abrir la puertas del vagón, cual parrilla de salida de una carrera. Si supieran la de personas que he conocido en rehabilitación con fractura de tibia y peroné o rotula por caerse por las escaleras, incluidas las del Metro… por no prestar atención a lo que están haciendo y querer ser multitarea…

Es decir, si compramos que llegamos tarde a nuestro presente, haremos cosas en éste cuyos réditos puede que obtengamos en el futuro. Es decir, hacemos un montón de actividades estratégicas para nuestra salud de forma automática. ¿Qué pasa si te paras? O como es mi caso, la vida te para, pues que te miras alrededor y te preguntas si ese corre corre te lleva a alguna parte, o a la que a ti te interesa. No hay nada más peligroso que un ser humano cuestionándose para qué hace algo. La respuesta puede crear una nueva civilización. 

Lo más fácil para manejar a millones de personas es mantenerlos distraídos con quehaceres diarios en los que tienen la sensación que no llegan a materializarlos, y, por tanto, serán malas personas. Millones de personas con deberes extraescolares, deberes autoimpuestos, nada naturales y que no les llevara a su plenitud personal, si no, a acercarse a la zanahoria que anda ahí cerca, llamada felicidad.

¡Plena pausa!




domingo, 19 de enero de 2020

Casi de alta


Hoy hace cuatro meses que el universo me dio otra oportunidad para apreciar la vida de verdad, y no pasar por ella de puntillas, como lo estaba haciendo en septiembre. 

El martes pasado, tuve revisiones médicas en el hospital de la Fraternidad, y para mi sorpresa, pasé con nota todos los exámenes. Tanto el hueso de la tibia como el del peroné han generado el callo suficiente para que suelden. Dando por buenos los kilos de almendras crudas, latas de sardinas y huesos de alitas de pollo me he comido para generar calcio.

Los mareos han desaparecido gracias a los masajes tipo ciriax que me da mi fisio Rubén en el gatillo del trapecio y que consigue otra ventaja para los demás, callarme 😂. Del pinzamiento del nervio en el brazo izquierdo, está todo ok, excepto que quiera pasar las pruebas para ser SEAL o GEO… Para el deporte nacional de levantamiento de vidrio y barra fija, estoy operativo. En unas semanas me dan los resultados de la prueba del TAC cerebral para ver que la verborrea sigue ahí, y después casi seguro que me den el alta laboral, continuando a diario con las dos horas en el gimnasio de rehabilitación, que aparte de curarme, tiene el daño colateral que me está poniéndome en forma, ya llevo un par de tardes andando sin muletas 5 kilómetros por el animado Madrid. En resumen acortar a la mitad una baja que me daban de 8 meses. 

Se me acaban las vacaciones, de nuevo, vuelvo a septiembre. Porque el primer mes tras la caída, alucine con mi cuerpo y me dedique a aprender asertividad, el segundo mes intente mantener vivos los contactos laborales, ante mi agotamiento, el tercer mes desconecté mi cerebro neocortex, apagué todas mis expectativas futuras necesarias para pagar las facturas, mi mente se centró en el aquí y el ahora, y de repente todos los miedos desaparecieron, el reloj se paró, asumí que me había bajado del escenario de la obra de teatro “la felicidad en la rueda del hámster”. Con mis palomitas, te veía desde la barrera como te peleabas con una rutina diaria con intricados caminos poco reales. Sorprendentemente, durante el cuarto mes, cuando no buscaba nada, me encontraron dos posibles ofertas laborales para este año muy interesantes.

El caso, es que mi vuelta a los ruedos es inminente, por un lado, me da pereza, y miedo por otro, pereza, porque vivir sin condicionarlo por una expectativa futura es bastante agradable. Y miedo, por si le cojo cariño a la rueda del hámster y me olvido de que casi suspendo la asignatura de la vida al no vivirla con plenitud y coherencia. Voy a ver si le sigo cogiendo cariño a la tornillería en la pierna y me los quedo, y así a la vez, que poder hacer de hombre del tiempo, acordarme para qué estoy vivo ahora.

Como el movimiento se demuestra andando, ayer me volví a reunir con mi amigo con el que ideo una startup de comida rápida saludable. De empezar con cierta pereza, a acabar andando acelerado verborreando ideas comerciales tras un experimento que se nos ocurrió, y que nos puede abaratar el presupuesto. Habrá que ver el resultado de las pruebas. 

Feliz tamborrada vital

PD: hice la foto que encabeza este post, de la salida de la luna llena, el pasado viernes 10 de enero, por San Gonzalo, desde un lugar muy madrileño. El edificio España, ahora un hotel con azotea... 

PD2: este post lo he escrito con el volumen del macbook a tope, con el concierto del Hombres G y El canto del Loco en el Vicente Calderón, gracias Rafa por la energía y el buen rollo. 

martes, 7 de enero de 2020

Sin muletas a escribir el libro


El pasado viernes, Rubén, mi fisio de la Fraternidad, me planteó dejar la muleta en casa para pequeños paseos. Llegaba ese momento tan ansiado, volver a ser aparentemente independiente, si exceptuamos que todavía llevo un hierro de 39 cm que sustenta mi tibia. 

De nuevo, me tocó crear una mesa de dialogo con mi cerebro, porque si fuera por él, seguiría anclado a la silla de ruedas. Y hackearle, animando a mis brazos a quedarse en casa, mientras mis piernas les miraban de soslayo esperando su ayuda. Los primeros segundos, la sensación fue de pánico. Luego, volví a una cotidianidad que me asombra, preguntándome cómo ese escalón de un centímetro que hay en el acceso a mi cocina, fue una barrera infranqueable hace dos meses en mi silla de ruedas. 

Si no me he matado, ni me he quedado con graves secuelas ha debido ser para algo, así que me dispongo a contarlo en un libro, porque en un post no me da tiempo a desvariar lo suficiente, con el fin de perderme para encontrarme. Así que, durante unos meses, no leeré la pila de libros interesantes que tengo pendiente, para no influir en la fricada que voy a escribir. Y por tanto no habrá post sobre ellos. 

Como ya sé el marrón que supone autocorregirse, acorto los tiempos de escribir, editar y publicar, porque este no es un libro para encontrar trabajo, como fue el anterior, si no, para salir del armario energético, y que comprendas que mi caída no fue algo accidental, si no, una oportunidad para ser coherente con mi existencia en esta vida. 

Objetivo, tenerlo impreso para San Jordi. Vamos al lio.

¡Feliz lio!

jueves, 2 de enero de 2020

Feliz vente vente


La pasada semana mi madre tuvo una de sus geniales ocurrencias para felicitar el año entrante, con la frase “feliz vente vente”, y añadía que el año veinte veinte iba a ser un año colaborativo, donde las personas se organizarán y se congregarán, dándose frases como “vente, vente a casa, o a la plaza, que solventaremos nuestras diferencias y lo organizaremos...". 

Coincido con ella, que este año 2020 que comienza se van a activar muchas personas, para iniciarse en el camino hacia los locos años 20 del siglo XXI, que empiezan con la próxima década en el año 2021, donde la cosa será más seria, tanto en el ámbito económico como en el social, y se iniciará la cuenta atrás del medioambiental. En nuestras manos está que sea un periodo de alegría y plenitud SOStenible, yendo más allá de una importada felicidad. 

Una sugerencia, para activarnos, y romper con la rutina que nos acomoda y nos atonta con pequeños problemillas, que convierten un grano de arroz en un Himalaya. Te aconsejo que te regales 20 segundos más para hacer esas acciones que casi solo hacemos en la PeNeLeada Navidad, como es alargar el abrazo de despedida a tus familiares y amigos tras los encuentros navideños. 

Sí das el abrazo de corazón a corazón, enfrentándolos, pegados uno con el otro, y aguantas 20 segundos, en el segundo 21, alucinaras al sentir como laten a la vez, de forma acompasada. En ese momento, sentirás una gran paz olvidando todos esos problemillas que se proyectan a futuro en el cerebro neocortex, porque estarás creando la parte que te toca de Universo, con otra persona. 

Dar un abrazo de corazón a corazón es una sencilla tecnología innata, que el sistema educativo fabril quiere que olvidemos, para ser dependientes de cosas, que solo conectan la corteza de nuestro ser, sin llegar a la miga, mostrando la sonriente apariencia. De nuevo, ser o parecer. 

Estar vivo o parecer vivo. 

¿Quién quiere un abrazo para deshipotecarse su futuro?

Vamos, vente, ¡vente!