Gonzalo Osés

Gonzalo Osés

jueves, 30 de marzo de 2017

Carnet de emprendedor


La semana pasada leía esta frase “hay mucho gurú que nunca ha tenido una empresa y está aconsejando a otros”. Quien lo escribió es una persona que se posicionó como referencia en la motivación para emprender, pero no sé si tiene la sensación de que le están comiendo la tostada, y su estela empieza a perder potenciales clientes. A la par, hace unos meses un colaborador emprendedor, me echaba en cara que yo no soy emprendedor, y que a dónde iba.

Ante lo cual, me pregunto,  si alguien va a tener la sagaz idea de empezar a repartir carnets de emprendedores, que visto cómo está el panorama de los enamorados de ponerles puertas al campo, es lo que faltaba.

Emprender es lanzarse a la aventura, lo cual, si eres capaz de olvidarte por un minuto del aspecto laboral, lo más parecido es liarse la manta a la cabeza y tirarse al monte, y que sea lo que dios quiera… Incluido la palabra empresa, suena más a la que le lio Colón a Isabel para abrir una puerta diferente con Las Indias…

A día de hoy, el discurso que por necesidad están comprando cientos de miles de españoles, es que emprender mola, fracasar mola, tirarse a la piscina incluso cuando no hay piscina mola, y lo que sé hacer, alguien me lo comprará, pero sin dar un paso al frente y exponerse a que el mercado te elija. Pero no les mentes lo de montar una empresa, un equipo de trabajo, que te miran con cara rara rara rara.

Bien, pues lo siento por los emprendedores que montaron empresas y un día fracasaron y lo han vuelto a intentar, y en vez de dedicarse a escuchar de verdad a sus clientes, y dejarse de auto nombrarse como líderes de los que vienen, decirles que en España hay tres millones de autónomos, los cuales, la mayoría no montamos una empresa, que para ofrecer tus servicios no hace más que darte de alta. De esos, ¿los que no montan una empresa no son emprendedores? Cuando invierten los activos que tienen: su tiempo y su conocimiento, y se niegan a entramparse de nuevo con préstamos, inversores que ya han aprendido la lección de las décadas anteriores.

El mercado ha cambiado, y ya no hace falta currar para otros para ofrecer tus servicios a una empresa, más aún, puede que en vez de emprendedores, seamos otra palabra cool, “knowmads”, es decir, nómadas del conocimiento, alguien que por su talento innato, por su educación, experiencia o porque le divierte hacerlo, sabe un poco más que otros sobre temas puntuales en el desarrollo de un producto en el mercado, y puede asesorar a otros sobre ese nicho allá donde estén sus clientes, sin que tengan el carnet de emprendedores. 

jueves, 23 de marzo de 2017

La empreSA en España: objetivo 2020


El almanaque "La empresa en España: objetivo 2020" me recuerda al innovador algoritmo de inteligencia colectiva que está educando una startup española, cuya insight es “lo que tú sabes que yo no sé, y lo que yo sé que tú no sabes”, con lo que el índice de acierto es mucho más elevado.

De este dialogo entre directores de empresas, cada cual, extraerá información relevante según sus intereses, porque todos aportan su visión, los menos, cuentan lo que sus mega empresas van a hacer por el bien común, una pena que utilicen estas estratégicas páginas para seguir vendiéndose. Otros escribieron en 2016 en clave electoral, auspiciando la necesidad de una estabilidad política. Lo cual, tristemente sus palabras pueden volver a cobrar plena actualidad. Afortunadamente, la mayoría se moja, e inciden en varias claves, reeducar el obsoleto sistema educativo para alinearlo con un mercado en plena transformación vital por la vía digital, potenciar el talento y la internalización a la par que el emprendimiento.

Certero es el análisis de Fernando Bayón que hace en el cuarto párrafo de la página 206 el cual empieza por “Crisis de valores…”, y poner negro sobre blanco sobre varias paradojas que afectan al emprendimiento, como que la mayoría de los emprendedores no somos jóvenes arriesgados, puede que de espíritu, pero no de carnet. Así mismo, como está bien visto socialmente emprender, pero no “empresar”, cuando la madurez de un emprendedor es ser empresario creando y gestionando la suma de talentos del equipo. 

Muchos hablan de internacionalizar vía transformar micro pymes en pymes que tengan más músculo para aguantar largas travesías en el exterior, y aquí, he descubierto un dato, que no se dice, y es que tan sólo tenemos un 3,5 % más de la media europea de micro pymes como escribe Juan Arrizabalaga. A lo que añade como José Manuel Incháustegui solo tenemos un 0,8% de pymes siendo la mitad que Alemania, Francia e Italia.  

De cara a la internalización sería interesante cruzar estrategias de generación de marca talentosas entre dos sectores en los que somos referencia: la moda y la gastronomía como apuntan Berta Escudero y Xavier Orriols bajo la metodología de  “y si” que promulga Javier Rodríguez Zapatero para premiar no sólo la consecución del éxito, si no, el cómo se ha conseguido y qué talentos se han desarrollado en ambas travesías.

Un guiño a 20 años es la última frase de Luis Miguel Gil Pérez haciendo alusión a la economia del conocimiento, donde cada persona podría ser vendedora de sus datos... Me da que por ahí va la sustitución de la contrasprestación para llegar a final de mes, en sustitución de lo que ahora llamamos trabajo. Porque la inteligencia artificial está en pañales, y tienen mucho que aprender del talento sin profesionalizar de millones de personas que saben hacer muy bien sus hobbies.

Fundación Marques de Oliva, Escuela de Organización Industrial (EOI) y Merca2.es ¿Se configura un think tank para potenciar la internacionalización del talento que crean las marcas españolas tomando como base este fructífero dialogo? 

jueves, 16 de marzo de 2017

Subirse a la mesa


Últimamente leo mucho lo de hay que cambiar la educación, así que como soy un ferviente defensor del aprender haciendo, de forma inconsciente empecé a prototipar un ataque a la línea de flotación de la educación tradicional.

Hace unos meses me pidieron dar una clase de Business Model Canvas y en cierto momento, cuando lxs alumnxs estaban empezando a desparramar sus ideas por cada pared de la clase, me sentí un cero a la izquierda, porque les tenía que comunicar algo, y no conseguía la atención de toda la clase. Así que aprovechando que habíamos dejado sólo una mesa en la clase, me subí a ella… ¡Tachan! De repente, todos el mundo se giró con cara de “y a éste qué aire le ha dado”. Pues allí me sentía el rey del mundo, encima de la mesa, las sugerencias se aceptaron de inmediato. Al rato se incorporó otra persona y cómo no sabía a qué grupo unirse la invité a subirse a la mesa a exponer su idea de negocio, y ver con qué grupo podría sentir más afinidad.

Desde entonces, cada vez que una persona a la que mentorizo, me suelta que cree ser menos que otras, ser invisible, estar perdida, frustrada por no encontrar su camino, ¿adivina a lo que la invito? ¡Exacto! A subirse a la mesa, desde donde tras comprobar que la misma no se rompe, se le dibuja una sonrisa en su rostro. Porque allá arriba, la mesa se ha convertido en un podio, un escenario, una pasarela donde les invito a que paseen, se luzcan y disfruten de su escenario de juego. Pasado el rato, les invito a bajar, y no siempre quieren. Cuando bajan les pregunto cómo se sienten y muchas veces me dicen que peor que arriba, ¿pero si eres la misma persona? Les invito a que caminen por su vida como si estuvieran andando por esa pasarela.

Porque lo de emprender,  en el macro nicho del autoempleo, va de eso, de exponerse, de olvidarse lo que has aprendido con actitud sumisa sentado ante una mesa, (cuando nuestro cuerpo está diseñado para andar), dar un paso al frente, subirse a la silla y de ahí a la pasarela, (ex mesa), asumirse ser una referencia en lo tuyo, asumir las propias decisiones para ser capaz de entablar una conversación y explicar quién eres, qué solucionas, a quién y cómo. A poder ser no en un discurso acelerado, si no focalizando en esas personas que o bien son clientes o decisores de compra de nuestros servicios.

Las foto que encabeza este artículo es de la emprendedora y diseñadora de moda de Viso Street Verónica y se la hizo a la otra emprendedora Dalia, líder de la empresa El rincón del caprichito, cuyo feedback de su experiencia puedes leer aquí, durante la clase de abre puertas comerciales que explique hace unas semanas en el proceso de aceleración +12 de la aceleradora Zarpamos. Por cierto,fijate en la foto de su post que sale toda la clase y fijate en Chente, el tío de gafas, en un ejercicio me compró un minuto más subiéndose al pupitre delante suyo, todo lo grande que es, porque su voluntad es aun mayor.

PD: No soy inventor de nada, sólo bebedor de conocimiento, y eso de subirse a la mesa, lo lleva practicando el facilitador César Bona desde hace tiempo, como puedes ver en su último libro. Pendiente de abrirlo para embeberme de genialidad. 

miércoles, 1 de marzo de 2017

Ponerle puertas al campo



El pasado lunes me invitaban a una cita a ciegas con otros mentores en el “primer congreso nacional de mentores en España” organizado por AMCES (Asociación española de Mentoring y Consultoria del Emprnedimiento y Economía Social". Lo cual, a priori era digno de escuchar. 

La cosa iba más o menos fluida con los típicos debates para saber el sexo de los ángeles que le afectan a cada colectivo,  hasta que llegó el cierre y ahí el presidente muy presidente y mucho presidente, se quitaba el disfraz de cordero y sacaba a relucir el colmillo de lobo, diciendo con una sonrisa de oreja a oreja “hoy ha nacido la profesión de mentor de emprendedores”… Tras premiar a dedo a toda la cohorte de directores de “aceleradoras” que dependen de los departamentos de marketing y RSC de las grandes compañías, que le dan a todo lo que se mueve a base de lapidar millones en marketing startapero. Aunque tengan unos exits pésimos o sus mentores ex grandes directivos del canal tradicional, acaben en un par de meses, con startups que tenían clientes reales, cambiándolas su visión y mandándolas al concurso de acreedores al expulsarlas del programa, al no poder afrontar sus créditos blandos que les dieron unos meses antes en época de vino y rosas… La excepción de esa lista de patrocinadores es Emilio Márquez, bastaba con darle un premio a él, como mentor, y no hacerle la pelota a los clientes.

Lo mejor fue al premiado que dejó para el final, al representante de Madri+d el cual lanzaba, así como quién no quiere la cosa, que la semana que viene empezaban a certificar mentores… ¡Acabáramos! ¿En base a qué uno es mejor mentor o peor? Como si la profesión fuera nueva, cuando en las carreras tecnológicas se hace desde hace décadas. 

En definitiva, con la excusa de crear un escenario de conexión, de puesta en común, se acabó dejando una sensación agridulce de “si te asocias a nosotros podrás tener acceso a los premiados”, los cuales, me apuesto unas cañas a que en unos meses la mayoría van a ser socios tecnológicos. Si no lo son ya. Aquello no era un encuentro, sino una puesta de largo de una oferta más comercial de las ya existentes. 

Sinceramente, se debería prohibir las asociaciones profesionales sin ánimo de lucro, porque no conozco ninguna que no intente venderse ante administraciones y grandes empresas de gran consumo, como la poseedora del santo grial y garantes de la verdad. Cuando acaban convirtiéndose en lobbys cuyos directivos dan asesoría gratis como asociación y cobran por consultorías como profesionales en concursos que curiosamente, casi siempre ganan sus empresas…

Una pena, que de nuevo se diga que se convoque a un colectivo para aportar y se quede en un mero discurso comercial. No vale, eso de “es que yo llevo 20 años en esto, y saco a pasear a Rodolfo”, que empieza a parecer al presidente de honor, del evento de turno. Sobre todo en un sector en el que a cada segundo se innova, porque la mayoría de mentorizados no son la burbuja marketiniana  estartapera, si no, personas que se han quedado sin empleo y se han visto obligadas a dar un paso al frente, exponerse y ofrecer sus servicios al mercado, a la par que se ven ante el abismo de tener que empezar a tomar decisiones por sí mismos, sin el jefe que les diga lo que tienen que hacer. 

Con solo ocho meses de vida de la asociación, espero que recapaciten un poco, quiten una marcha y piensen un poco menos en su misión vital y escuchen la visión de otros profesionales.