Gonzalo Osés

Gonzalo Osés

viernes, 18 de agosto de 2017

No es el momento



      -  ¿Los propietarios de la tumba?
-       -     Nosotras
-       -     Pues verán ustedes, la mitad de la lápida está verde debido a las filtraciones que han aparecido al estar roto la parte delantera del sepulcro. Acérquense, ven la grieta…

Las hijas compungidas por la desaparición de su anciana y vitalista madre, giran sus cabezas intentando ser empáticas con el jefe de la cuadrilla de enterradores. Todo ello, con el féretro del cuerpo yacente de mi tía a medio sacar del coche funerario, a escasos metros de una familia que asistimos alucinados a la absoluta falta de tacto de unos curritos, a los que la despedida vital de un ser querido les parece el abc de su día a día. Los minutos corren como si fueran dos equipos de ingenieros estuvieran buscando dar con la clave de cómo retirar la arena del desierto del AVE a La Meca… Hasta que el nieto mayor de una de las hijas de la difunta, toma cartas en el asunto, y da unos pasos, para deshacer una escena típica del mago Berlanga, con un claro y conciso “no es el momento”.

Tremenda la absoluta falta de empatía mostrada por este señor, que incluso él no es la persona qué debe hacer la reparación, que lo decía sólo por ayudar, pero ¡coño! Un poco de respeto. Pues eso, empatía con el cliente cero patatero.

No hace falta tener un papel universitario en la pared para tener mano izquierda, para saber que eso mismo lo podían haber dicho al final del entierro. Basta con escuchar de forma activa a las personas que tienes delante, EMPATIA. Palabra prohibida en el sistema educativo y laboral español. Porque las personas que están delante de los clientes, están vendiendo, están satisfaciendo necesidades o creándolas, no despachándolas.

Por algo, le debemos la micro salida de la crisis al turismo barato de sol y playa, porque a pesar de nuestra absoluta falta de mano izquierda, tenemos la inmensa suerte, de tener todo el sur del mediterráneo en modo “poco seguro” y de que el turista barato no necesite relacionarse con los despachadores de sol y playa, porque si no, estábamos aviados.

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