Gonzalo Osés

Gonzalo Osés

miércoles, 23 de enero de 2019

Evolución, ¿con R o con D?




El cerebro humano está hecho para sobrevivir, y cuánto menos cambios haya a su alrededor mejor. El fuego debió ser un drama en su momento, habría quien se quemó y se supo adaptar a él y mejorar su supervivencia, y quien falleció churruscado. Ahora asistimos a una revolución laboral que quema a unos a la par que calienta a otros.

¿Se puede evolucionar como especie en otro plano que no sea la revolución disruptiva o la evolución darwiniana? Desde otra actitud, desde la responsabilidad individual del ser, desde la consciencia plena, sin tener que utilizar la trampa de la palabra “crecer”.

¿Podemos evolucionar al pedir la devolución de la crispación o ¿el reduccionismo que es, repartir el mismo trozo de pastel? ¿Podemos devolver el ruido de sables del enfrentamiento diario, que nos tiene presos de una realidad que no es la nuestra?

Y ¿si evolucionamos no hacia la singularidad material de la inmortalidad, si no, a la serenidad de la realidad donde no haga falta hackerase telepáticamente unos a otros, al cambiar el mapa mental del cerebro de la supervivencia a la vivencia?

¿Cuántos miles de millones de seres están dispuestos a reconocerse como uno solo y devolver esta vida que no es suya?

PD: Esta foto de Donosti la tomé el domingo, 20 de enero de San Sebastián, durante la Tamborrada, en este caso, tambores no de guerra si no de fiesta, de disfrute por la vida.   



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