Gonzalo Osés

Gonzalo Osés

martes, 15 de septiembre de 2015

Educación by Chicote



Hoy quiero comentarte mi último descubrimiento del buen diseño, uno de esos raros especímenes que sorprenden en la capital del reino… se trata del restaurante Yakitoro… by Chicote. El cual, no sólo destaca por el reto culinario que supone su carta, ni la exquisita y solvente atención de sus camarer@s, ejemplo de ello, es la diligencia de Edwin para gestionar la cola de espera, y de Tiffany, para una vez dentro hacer magia potagia y dibujarte una sonrisa.

Pero lo dicho, para mí el gran acierto, no está en el contenido, sino en el continente. Por fin, voy a un restaurante al cual se le puede llamar RESTAURANTE, un lugar donde cualquiera de los cien ruidosos comensales españoles podemos hablar en nuestro tono elevado, sin escuchar nada de la mesa literalmente de al lado. Aunque estén una pareja con niños sin jugar con el atóntate móvil, aprendiendo física con la coctelera de la mesa…

¿El secreto? Utilizar materiales que absorben el ruido, insonorizando el local. Sirviendo de primero un entrante a base de dados de parqué, acompañado de una pared milhojas y otra agujereada cual queso gruyére. El plato fuerte son las estalatitas cual filetes de corcho a la milanesa que cuelgan del techo, cual satélites, filtran las conversaciones, dirigiendo a tus oídos sólo las buenas nuevas de los comensales que comparten tu mesa, como no, de madera vista al igual que las sillas. Para acabar la degustación, se sirve una cortina de tela técnica a lo largo del ventanal de cristal, acompañado de un vergel de exóticas plantas, que parapetan los susurros de los enamorados que se degustan con la mirada en la mesa que recorre el ventanal.

En definitiva, es un excelente ejercicio, de comunicación, de respeto hacia los demás, algo que tanto falta en este paramo, falto de cultura colectiva. Vamos un excelente diseño, que potencia la buena educación, o mejor dicho, la educación en sí misma.


Si quieres experimentar el lujo del silencio licuado, aventúrate entre sus apasionadas golosinas, pero te advierto, una vez que pruebes la experiencia, los otros restaurantes te sabrán a poco, al servirte mucho ruido y pocas nueces. 

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