Gonzalo Osés

Gonzalo Osés

lunes, 22 de agosto de 2016

vaGaciones


Decir que un autónomo y consultor freelance se va de vacaciones, cual asalariado, y echa el cierre durante unas semanas, es falta a la verdad, pero en agosto hay un pacto no escrito entre las partes del mercado, por el cual, puedes y debes desconectar, porque lo que tus clientes no han hecho hasta julio, lo van a querer hacer en la mitad de meses, y venderlo todo en la vende motos Navidades.

En mi caso, me adecuo a mis vacaciones a mis clientes, con lo que después de un breve testing, tenía “libertad de desconexión” del 1 al 22, ¡tres semanas! Que al final, reales son dos porque la primera me dedique a cerrar propuestas de temas pendientes…

Al principio, da pánico pensar que vas a un sitio a no hacer absolutamente nada, más allá de comer, dormir, comer, sestear, playa, mar, comer, dormir, ver a la familia, a la que ves una vez al año en 20 metros cuadrados de playa, cuando algunos en Madrid viven a medio kilómetro, y cómo no, los amigos veraniegos que año tras año coincides en las cañas Arregla Mundos…

El plan era desconectar, y para ello, me di vacaciones en las redes sociales, ni un solo post diario en  Facebook, twitter, Instagram o LinkedIn… Con la intención de dejar el móvil en el cajón de la mesilla, pero al final, el móvil me ha acompañado en otras redes, las cuales si hacen bueno su denominación. Ósea desconexión, si pero no… Queda pendiente para las siguientes estivales.

Pasados los días, como si fueran semanas, me doy cuenta que habría que cambiar el nombre a la acción, porque han sido más acciones haciendo el vago que otra cosa, puras vagaciones, divagando con las formas de las olas, las nubes, los granos de arena, la no espuma de las cervezas, las risas de los amigos, los silencios del poniente, las letras de novelas…

Sólo hubo un día que me ataque pidiendo testimonios a amigos para un artículo que en un par de meses veras, con cierta enjundia… Hasta que un socio, me dijo, tira el móvil al mar…

Cuando leas estas líneas, habré vuelto a la carga, haciendo lo que me apasiona, pero con la sonrisa interna puesta en tantas divagaciones pensadas de tanto vagacionar, llegando un momento en el cual no saber en qué día vivia, y con el gusto de rebelarme a Facebook, y no contarle cómo había sido la comida, la siesta, el revolcón con las olas... Que lujo y que raro, elegir no querer contar al mundo con una sonrisa profiden cómo respiro... Lo único que no consigo arreglar es que mi cuerpo se rebela a volver a Mdrid y se pone en modo fiebre... Pero ya nos conocemos, así que de nuevo a a carga.