Gonzalo Osés

Gonzalo Osés

jueves, 30 de noviembre de 2017

Lo valiente, no quita lo cortés



El miércoles pasado, estaba con Yago Uribe celebrando nuestro primer vuelo al lado en Cervezas La Virgen, cuando me encontré con una persona que quedó en el podio de una selección de startups en la que participe como jurado, como iba a cervezas Ipas el nivel de alcohol liberó sus sentimientos, diciéndome desde que era un mierda a un hijo de puta, por haber hecho aquella pregunta, que sólo supieron dos personas las cuales estaban en el podio ganador. Por mi parte, silencio, me recordó a hace un par de años cuando estaba cabreado hasta con el mundo…

El jueves después de un workshop sobre el mentoring, un amigo me dijo “qué huevos, poner ese tuit, ¿sabes que me ha llamado una mujer quejándose del mism? o lo borras o ya estás vetado en una del Ibex?”. Hacía referencia a reflejar las palabras para mi machistas de un director de recursos humanos de otra Ibex en un encuentro que coincidimos, y del que hago referencia en el post de "Ciudadana emprendedora". Lo sorprendente del asunto es que esta directiva debe ser de ese porcentaje porcentaje de europeos que piensan que el papel principal de la mujer es cuidad a los hijos. El caso es que mi amigo, al ver que no me enrocaba, me dijo que con mi idea le echaron de un trabajo, no por lo que decía, si no por cómo lo decía. Hoy es un excelente profesional, sonrisa en mano, y facilitador del cambio, del que se aprende cada vez que se comparte.

El viernes por la mañana, tuve el honor de participar de jurado en la selección final de startups para ser aceleradas en el SEKlab, de mi ex instituto, compartiendo debate con el mítico Sandopen o también llamado José de la Peña y David Moreno, manteniendo un animado dialogo con otra mentora y jurada Diana Pottecher, diciendo Felix López a un acelerado, los son muy buenos y directos.

Durante el maratón de 54 horas celebrado este finde me empecé a coger fama de Risto o de poli malo, hasta el punto, que el domingo por la mañana la mentora coach me decía, “por qué vas de duro si luego eres un trozo de pan”. En los feedbacks era quizás demasiado directo, dando caña sobre todo en los que su actitud delataba a su ego, sin dejar avanzarles, por el contrario, los grupos que desde el principio fluyeron y aceptaron de buen grado las sugerencias, aunque eran auténticos retos, coparon el podio.

Fue en la celebración donde personas a las que sus egos sobresalían luego me dieron las gracias, por la sinceridad y hacerles ver cosas que no se habían planteado… El caso extremo fue uno que me espero casi a que apagaran las luces, y ya a solas, me dijo que tenía razón, y que había aprendido la lección. Y tanto, tan sólo le dije que no era bueno que él expusiera porque al ser la idea suya y de su sector, no conseguía empatizar con su cliente, al ser visiones antagónicas… Se quedó bloqueado en el escenario 7 horas después. O un mentor que me pidió feedback profesional diciéndome “tú, que eres sincero” …

Reflexionando sobre todo ello, me doy cuenta que como en MadridFly se demostró a 8 metros de altura estoy relajado y conectando rápidamente todo, el problema es a ras de suelo, que no consigo transmitirlo de la forma más empática posible a los que se enrocan. Además, puede que lo de no sonreír sea porque sé que la mayoría de las personas que están emprendiendo no lo hacen por gusto, si no porque se juegan pagar las facturas con ello, y la cosa es seria, por eso, quizás me lo tomo en serio, y quizás y justo por eso, haya que meter una marcha más e ir menos revolucionado, para conseguir que la otra persona fluya antes, y no se active su ego, ni su miedo reptiliano.

Así que, me he dedicado esta semana a pedir consejo a personas que lidian a diario con egos de altos directivos del antiguo modelo económico de la oferta industrializada, y las técnicas van desde hacer preguntas cerradas sabiendo la respuesta a crear un storytelling de cosas conocidas para que no se asuste ante lo que viene, pasando por la sonrisa permanente. A todo esto, hay que añadir un estado en que vi de Juan Luis Polo sobre un libro “comunicación emocional”, que me llevó a otro, que me pienso leer ya.

Lo dicho, el objetivo es ofrecerte una de las soluciones lo más rápidamente y empáticamente posible, siempre que pidas consejo, lo de darlos gratuitamente, sabe a cuerno quemado.

En el fondo es aplicarme mi propia medicina, no sólo prepararle a mi interlocutor para abrir la puerta de sus clientes, si no, ser lo más ser lo más empático que pueda yo con él. Justo lo que releo en mi propio libro de abre puertas que recojo en la foto. ¡Tela! No pensaba que fuera capaz de aprender de mí mismo. 

martes, 28 de noviembre de 2017

Startup Weekend Madrid




#mentor si quieres detectar tus fallos y #reaprender, haz prácticas en un @StartupWeekend, asesorando a 70 personas que no saben que es #LeanStartup, que al cabo de 54 horas seguidas son 15 nuevas #startups. Gracias a @swmadrid y @jafmoral por la oportunidad #SWMadrid17 #coach”.

Los que dedicáis unos minutos de vuestro exiguo tiempo a leer mis tuits, sabréis que es mi tuit de ayer a primera hora de la mañana. A los demás, os digo que era mi reflexión tras un alucinante fin de semana de reaprendizaje propio y colectivo continuo.

El viernes por la noche el fuckuper Javi del Moral, me decía “estás acostumbrado a acelerar personas desde cero en 5 meses, esto es en 54 horas, vas a flipar”, y mi ego, le decía que ya había estado en cosas parecidas como las Design Jam o aquel mítico workshop Km13 de diseño de sillas con cartón corrugado, donde no dormí debido a mi patosidad y acabé tras una noche gloriosa de botellón prototipando un packaging de botella que servía para sentarte a la par que esconder la botella, para cuando apareciera la policía, y luego se lo presenté a un concejal que venía a hacerse la foto de turno al apoyar el taller, claro que corría un lejano verano de 2005…

0-5.

Fliparlo fue poco, es brutal el proceso, sobre todo el viernes con un embudo de conversión de personas desconocidas en activos de un equipo, dejando fuera el ego, los miedos y los prejuicios hacía tus compañerxs de viaje. Trazando una delgada línea que surge de la propuesta de una de las personas, y como se van uniendo las demás. O cómo el ego de otras les hace no volver, o cómo resurgen cual ave fénix a media tarde del sábado tras pegarse con la realidad al validar su producto mínimo viable, para el domingo acabar de dudar y ponerle un lazo que quede chulo a la presentación, a la landig o a la app...

Una de las claves es el mago de la empatía que es Jaime Aranda, cuya comunicación es digna de ser estudiada en Harvard para la construcción de equipos. Otra la aportación de Wilhelm en los pasos a dar. Y la fundamental es el excelente equipo de Fangaloka que se pone a tu disposición las 54 horas seguidas, sonriendo en todo momento, muchas gracias, Natalia, Susana, Elena, Rafa, Pablo… así hasta una decena de altruistas personas que te regalan su tiempo, su esfuerzo moviendo cajas todo el día, sin perder la sonrisa. También el campus de juego facilitaba mucho las cosas, gracias a Campus Google, parecía que estaba el edificio diseñado para este evento. Hasta 40 kilometros ando por él Rafa.

Y de lo de hacer de coach o de mentor, pues qué quieres que te diga, ya sabes que aprendo cada vez que converso con una persona, pero al ser tan intensamente positivo el proceso, exige lo mejor de ti mismo para ayudar al centenar de personas, del que luego al linkearte descubres que todos te podrían mentorizar a ti en su sector, Así que este finde hubo algún momento que me llevo al límite, poniendo la guinda a una semana en que la realidad me ha enfrentado a mi propia mierda, y eso es algo impagable. ¡Gracias! 

Puedes ser bueno analizando y creando soluciones, pero hay que saber dar feedback a todo el mundo, sobre todo a los que su ego les enroca. Como me dijo hace un año una persona al terminar una de las acelaraciones que dirijo, ahora amigo y ya socio de la app “si lo contaras sonriendo sería de 10”, pero eso te lo cuento pasada mañana. Menos mal que hubo una quincena de mentores sonrientes que les ayudo a sobrevivir. Gran momento para desivirtulizar a tantos profesionales que sigo. ¡Ah! que se me olvidaba, y asistir a la masterclass de Mamen Delgado para preparar un pitch o una conversación, ¿para cuándo al píldora?
  
En definitiva, todo el mundo debería pasar por un startup weekend, desde los que están auto empleándose, a los que todavía les queda un lustro de asalariado, pasando por los estudiantes, para saber de qué va emprender en un laboratorio, sin cagarla (como dice el mago del feedback sonriente Yago Uribe) económicamente ni socialmente.

¿Para cuándo el siguiente examen? 

jueves, 23 de noviembre de 2017

Volar




El reto de retos es volar, siempre lo he hecho con la imaginación, y he vivido la mitad más de la mitad de mis 42 años en las nubes, incluso al provocar un proceso de design thinking, buscas que las personas vuelen olvidando sus prejuicios, sus miedos y sus egos, y recuerden al niño que quería ser astronauta… Ahora gracias a Elon Musk se ha reactivado el tema de volar a Marte, y de tal forma que tengo una sobrina que se ha metido en aeronáuticas para diseñar naves espaciales… Incluso, en el post anterior, hacía mención al despegue de La Nave de la innovación del Ayuntamiento de Madrid…

¿Quién no ha soñado con planear como un pájaro, sin más tecnología que su cuerpo? Sin alas, ni aviones, ni veleros, ni paracaídas, tan sólo tú y tu talento, o talante… Pues lo experimenté ayer en  MadridFly, sííí, por fin, he replicado, la figura que me regalaron mis padres cuando deje la zona de confort de gestionar un concesionario Honda por estudiar diseño industrial…




Bueno, mi mente, mi cuerpo, dos monitores y el mayor túnel de viento de Europa de 18 metros de altura, como un edificio de seis pisos, de tecnología española, y como me decía mi admirado Nacho Villoch, que ha hecho de todo, menos salto base, tienes la misma sensación que cuando te tiras de un avión…

No es que sea falta de modestia, pero al César lo que es del César. Es decir, de nuevo, de los 10 que íbamos, quede el primero, como llevo haciendo desde pequeño en todos los deportes de destreza a los que me he enfretado, ya sea el windsurf, las motos o el skate. Es decir, el primero por la cola, jajajajaja, paquete, paquete, haciendo todo lo que no hay que hacer para volar, pero me lo he pasado como un enano, incluso en cierto momento, no podría dejar de gritar:

¡sooooooooyyy eeeeeeel reeeeeeeeyyyy deeeeel muuuuuundooooooo!




Cuando los monitores Vicente y Max adoptaban no sé en qué posición y me subían en segundos a la cúpula, y descendíamos, como mola descender, como mola bajar, como mola el chute, porque todo lo que sube, baja. Porque las aceleraciones me recordaban a las de mi scooter, embriagadoras pero controladas.

La cosa, es que la teoría inicial es sencilla, pero luego flotas y te dicen que te relajes para flotar, la coña, es que yo tenía ninguna sensación, que no notaba nada de mi cuerpo, tan sólo mis brazos y porque los veía, que, si no, ni sabía que los movía. Nos decía Javier Sirvent que es como nadar, se va aprendiendo en cada nueva zambullida, y no lo niego, pero es una sensación curiosa distinta, como si no tuvieras cuerpo, casi espiritual me atrevería a plantear. Pero eso era en mi mente, en la realidad estaba más rígido que una tabla…



Desde pequeño, sé que mis dones no están encima del escenario, si no, detrás, entre bastidores, repartiendo juego y organizando el tercer tiempo, y sólo me relaje cuando me subieron arriba, y empecé a maquinar que me recordaba en todo momento, al aventurarse a ser empresario, a emprender y a una aceleradora de startups, por la sensación de en la práctica no sentir el cuerpo, ni ser consciente de lo que hacía, o como los mentores me guiaban para aprender a definir una postura adecuada cual propuesta de valor, y sobre todo la aceleración del chute cuando te llevan al cielo de Madrid, cómo cuando te enseñan a abrir una puerta comercial, a conseguir una reunión, y ese acompañamiento, pero luego lo duro a la par que estimulante que es echar a volar sólo.

Por supuesto que es un excelente lugar para hacer ejercicios de team building de empresas y ni que decir para coach aéreo, pero siempre hay que ir un poco más lejos de lo planteado, y cuando me ayudaban a volar, sentía que ese espacio era la cuadratura del círculo de lo que he estado buscando en algo más en desbloquear mentes. Hasta ahora, subía a mis mentorizadxs a mesas para convertirlas en pasarelas y que fueran y se sintieran cada persona, como lo que es, la referencia, porque todos tenemos un talento especial, que unido a nuestro talante real, pero comprobando las enormes posibilidades que tiene el túnel de MadridFly ya estoy maquinando, para ver cómo alineo los astros y cambio las mesas por ver la luz al final del túnel de tu éxito profesional.






En unas horas empezaré a mentorizar en el programa de mentoring de Mujer Ingeniería, a la ingeniera Viviana Jaqueline Castro experta en estructuras cimentaciones y materiales, y tengo que reconocer que me ha venido a huevo la experiencia de ser empático con los materiales con entender que con sólo mover la cabeza ya subes o bajas, o girar con las manos (la teoría, Sirvent con 20 minutos de vuelo ya sabe hacerlo). Y luego, investigando he alucinado con que la propia estructurada es la más innovadora de Europa.



Entre tú y yo, ya nada será lo mismo, y ni de coña volaré como lo hace la sonrisa con patas que es Yago Uribe, o como Pablo Herreros que me da que va a tener que hacer una versión de su libro “El poder de las personas” y añadiría “volando”, o Mar losada a la que flipabas como le pillo el tranquillo a la primera o la creetiva Elia Cortes… pero el poder tener la sensación controlada de volar, es la …… y por ello, les sugeriría que aparte de los modos de vuelo Fun (iniciación) y Pro, crearan el FlyCoach, y que directamente te subieran arriba, porque es un regenerador de neuronas, de energía positiva… En vez de agujetas, tengo mi ser conectado y sonriente, disfrutando plenamente del aquí y el ahora, cual mindfulness 4.0



   go gO GO!