Gonzalo Osés

Gonzalo Osés

martes, 28 de enero de 2020

Las prisas son malas consejeras



El jueves pasado, Ángel María el médico que supervisa mi rehabilitación, vio que ya estaba tan bien, y que ya cogía el metro y andaba por la tarde, que me retiro la zona de confort que supone ir en taxi gratis a la rehabilitación. Lo cual, está bien para que mi ser comprenda que la vuelta al cole es inminente. 

Volver al metro es volver a rejuvenecer, a recordar las mañanas yendo al koska con corbata (por el uniforme) y melena, o el famoso kiosco que estaba al acabar las escaleras mecánicas de Tribunal donde un amigo se estampó contra él, tras nuestra primera farra con catorce años… A la universidad ya fui en moto, hasta ahora. 

Se agradece contar con un gran subterráneo urbano, de tal forma que son solo cuarenta minutos de mi casa a la Fraternidad, un poco más que el taxi, que solía pillar los restos del atasco mañanero. 

El Metro es un buen lugar para darme cuenta lo fácil que es manipularnos. Te cuento, mi pierna necesita un cuarto de hora de calentamiento andarín para andar kilómetros sin cojera, ayer cuando empezaba a bajar por las escaleras al andén, me fui cruzando con las personas rezagadas del anterior metro que había llegado, por tanto, como mínimo quedaba un minuto para que llegará el siguiente convoy. Para mi sorpresa me adelantaron tres o cuatro personas brincando sobre escalones, con el fin de llegar lo antes posible al andén, ¿para qué? A los diez segundos llegue al andén y ahí estaban, en la posición que se suelen abrir la puertas del vagón, cual parrilla de salida de una carrera. Si supieran la de personas que he conocido en rehabilitación con fractura de tibia y peroné o rotula por caerse por las escaleras, incluidas las del Metro… por no prestar atención a lo que están haciendo y querer ser multitarea…

Es decir, si compramos que llegamos tarde a nuestro presente, haremos cosas en éste cuyos réditos puede que obtengamos en el futuro. Es decir, hacemos un montón de actividades estratégicas para nuestra salud de forma automática. ¿Qué pasa si te paras? O como es mi caso, la vida te para, pues que te miras alrededor y te preguntas si ese corre corre te lleva a alguna parte, o a la que a ti te interesa. No hay nada más peligroso que un ser humano cuestionándose para qué hace algo. La respuesta puede crear una nueva civilización. 

Lo más fácil para manejar a millones de personas es mantenerlos distraídos con quehaceres diarios en los que tienen la sensación que no llegan a materializarlos, y, por tanto, serán malas personas. Millones de personas con deberes extraescolares, deberes autoimpuestos, nada naturales y que no les llevara a su plenitud personal, si no, a acercarse a la zanahoria que anda ahí cerca, llamada felicidad.

¡Plena pausa!




1 comentario:

  1. Buena reflexión my friend!
    Vamos siempre con prisas que nosotros mismos nos imponemos.
    Más disfrute y menos prisas ;)

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