Hoy hace cuatro meses que el universo me dio otra oportunidad para apreciar la vida de verdad, y no pasar por ella de puntillas, como lo estaba haciendo en septiembre.
El martes pasado, tuve revisiones médicas en el hospital de la Fraternidad, y para mi sorpresa, pasé con nota todos los exámenes. Tanto el hueso de la tibia como el del peroné han generado el callo suficiente para que suelden. Dando por buenos los kilos de almendras crudas, latas de sardinas y huesos de alitas de pollo me he comido para generar calcio.
Los mareos han desaparecido gracias a los masajes tipo ciriax que me da mi fisio Rubén en el gatillo del trapecio y que consigue otra ventaja para los demás, callarme 😂. Del pinzamiento del nervio en el brazo izquierdo, está todo ok, excepto que quiera pasar las pruebas para ser SEAL o GEO… Para el deporte nacional de levantamiento de vidrio y barra fija, estoy operativo. En unas semanas me dan los resultados de la prueba del TAC cerebral para ver que la verborrea sigue ahí, y después casi seguro que me den el alta laboral, continuando a diario con las dos horas en el gimnasio de rehabilitación, que aparte de curarme, tiene el daño colateral que me está poniéndome en forma, ya llevo un par de tardes andando sin muletas 5 kilómetros por el animado Madrid. En resumen acortar a la mitad una baja que me daban de 8 meses.
Se me acaban las vacaciones, de nuevo, vuelvo a septiembre. Porque el primer mes tras la caída, alucine con mi cuerpo y me dedique a aprender asertividad, el segundo mes intente mantener vivos los contactos laborales, ante mi agotamiento, el tercer mes desconecté mi cerebro neocortex, apagué todas mis expectativas futuras necesarias para pagar las facturas, mi mente se centró en el aquí y el ahora, y de repente todos los miedos desaparecieron, el reloj se paró, asumí que me había bajado del escenario de la obra de teatro “la felicidad en la rueda del hámster”. Con mis palomitas, te veía desde la barrera como te peleabas con una rutina diaria con intricados caminos poco reales. Sorprendentemente, durante el cuarto mes, cuando no buscaba nada, me encontraron dos posibles ofertas laborales para este año muy interesantes.
El caso, es que mi vuelta a los ruedos es inminente, por un lado, me da pereza, y miedo por otro, pereza, porque vivir sin condicionarlo por una expectativa futura es bastante agradable. Y miedo, por si le cojo cariño a la rueda del hámster y me olvido de que casi suspendo la asignatura de la vida al no vivirla con plenitud y coherencia. Voy a ver si le sigo cogiendo cariño a la tornillería en la pierna y me los quedo, y así a la vez, que poder hacer de hombre del tiempo, acordarme para qué estoy vivo ahora.
Como el movimiento se demuestra andando, ayer me volví a reunir con mi amigo con el que ideo una startup de comida rápida saludable. De empezar con cierta pereza, a acabar andando acelerado verborreando ideas comerciales tras un experimento que se nos ocurrió, y que nos puede abaratar el presupuesto. Habrá que ver el resultado de las pruebas.
Feliz tamborrada vital
PD: hice la foto que encabeza este post, de la salida de la luna llena, el pasado viernes 10 de enero, por San Gonzalo, desde un lugar muy madrileño. El edificio España, ahora un hotel con azotea...
PD2: este post lo he escrito con el volumen del macbook a tope, con el concierto del Hombres G y El canto del Loco en el Vicente Calderón, gracias Rafa por la energía y el buen rollo.
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