Gonzalo Osés

Gonzalo Osés

jueves, 20 de julio de 2017

5:42


5.42 de la mañana del sábado 15 al domingo 16, soi, no estoy escribiendo este texto el jueves por la mañana. Aterriza, nada de lo que te personalian las agencias de comunicaciñon en las redes sociales que no sean las del bar que acudes de terulianx es real. Eres una fuente de datos gratuitos y alegales de la leche.

Pero ahora no toca hablar de lo tontos que somos como regaladores de datos, si no, de si de verdad, te creees el nuevo enfoque empresarial, o si de te la suda, porque en el sitio donde calientas las sillas, el avuiñon, o el asiento del coche de renting que te ha puesto la empresa para que impresiones a los clientes…

El caso, es                  que un amigo nos cvi
M

Retomo el escrito el miércoles 19 por la noche, que mañana toca currar a saco, sin retocar nada de los primeros párrafos. Si, ya sé que hay que guardar la ropa y pasar el corrector o directamente borrarlo, no vaya a ser que por esto un cliente no quiera que le siga siendo útil. Pero qué le vamos a hacer, en la medida de lo posible, quiero no ser hipócrita ni contigo, ni sobre todo conmigo, así que dejémoslo como lo escribí el sábado de madrugada tras una sesión memorable de mi amigo y aguantador de amistades Andrés Castaño (DJ Enfant Terrible) en el mítico Siroco (en la foto es el de camisetas blanca).

El caso es que me puse a escribir a esas horas, porque asistí a una masterclass de venta, por parte de mi colega que pinchaba a duo con otro. La historia es que hicieron un par de canciones juntos, pero enseguida el otro tomo los mandos de su caja de sonido, y en un pis pas, consiguió que los asistentes de la sala de arriba emigraran a la planta de abajo, quedándonos tan sólo un puñado de amigos de Andrés que habíamos quedado a cenar y luego ir a escucharle. Fueron dos horas de auténtico coñazo, porque el otro DJ pinchaba para él, haciendo bueno eso de Steve Jobs de que la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas…

A las dos y pico de la mañana, después de arreglar el mundo unas cuantas veces, nuestro colega tomo el timón, y empezó a remezclar temas de cuando éramos unos nanos, Depeche, Nietzchereb, y poniendo unas bases de fondo que te invitaban a mover algún musculo diferente a los que entrenan en el levamiento de vidrio y barra fija… Poco a poco, empezaron a subir peña de la sala de abajo, al chivarse los que iban al baño, que arriba pinchaban cosas para los clientes, que el simulacro de Jobs se había acabado. La cosa, fue a más hasta que se petó, y el que esto suscribe tras brindar con los colegas porque hacia la de dios que no estábamos pegando botes en un garito a las cinco de la mañana, nos dirigimos orgullosos a la salida cual campeones, dejando a nuestro colega bailando con sus clientes.

Moraleja: el Jobs español se llama Luis Iván Cuende, así que, por favor, si estás cara a cara con clientes, se empático con ellos, deja de poner en valor lo que haces, deja de pensar en ti, y empieza a pensar qué puedes solucionar a los que tienes enfrente. Lo sé, es complicado, te educaron para eso, pero si no te plantas alguna vez en tu vida a lo establecido, cuándo lo vas a hacer.

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