Jamás un 20 de enero tuvo tanta repercusión mundial, el gran
día de San Sebastián, de Donostia, quedará a la sombra del gran acontecimiento
mundial, la gran tamborrada que supondrá la toma del mando por Donald Trump de
la primera economía mundial.
Para muchos una sonora bofetada carnavalesca a los mandatos
establecidos, algunos le tildaran ya de Don Hostia, por los cortes tan abruptos
que pega a diestro y siniestro en twitter cual cortina de humo.
Sólo conozco una persona que había apostado por la victoria
de Donald, y es que la elección era como elegir entre Jesús Gil y Susana Díaz,
y si tienes en cuanta que los yanquis volumen XXXL son muchos menos inquinados
que nosotros, puedes empezar a aterrizar en su escenario de juego, que por mucho
miedo que hayan querido meter los medios de incomunicación españoles, a parte
del cambio climático, más bien poco, te va a cambiar en tu día a día.
Ahora, que hay tiempo para analizar la estela de la victoria
de Donald, se puede empezar a escribir sobre la trampa que ha puesto el
trampero yanqui a sus propios conciudadanos, donde el cebo no era otro que la
pérdida de puestos de trabajo, recurriendo al mensaje facilón de echar balones
fuera. Como obligar a los dueños de las empresas norteamericanos a dejar de ensamblar
productos en Asía, México, cual Apple que sólo va a ensamblar en USA una línea
de producto que ya casi no vende, pero sirve para hacerse la foto al trampero. O
a los que como su abuelo les invitaron a irse de Alemania.
Lo que el trumpero Donald no cuenta es que la culpa de que
desaparezca el trabajo es debido a que siempre habrá una mano de obra más
barata, y en este caso, también que la asiática, y no es otra que la de las
personas electrónicas. Sí, los robots, los algoritmos, a los que la Unión
Europea ya quiere endiñarles media docena de leyes para que acaben cotizando y
pagando la fiesta que cuesta el estado de bienestar.
Por delante nos quedan 8 años muy interesantes en los cuales
la asesoría del singular Peter Thiel (invirtió en Paypal o Facebook cuando no
los conocían ni su madre). Al cabo de esos años los millones de parados sólo en
USA habrán superado todas las previsiones. Porque la cifra que si me atrevo a
lanzar de la desaparición de un puesto de trabajo, de los que ayudan a llegar a
final de mes a una familia se sustituye por el de un empleado knowmad que se
las ve para llegar él solillo a final de mes, es de 1 a 10.000. ¡Ah! En la
economía barata de sol y playa española seguirán habiendo camareros, siempre y
cuando los ayuntamientos tengan pasta para traer la arena a las playas que
secuestra el mar con la subida del nivel, por la descongelación de los polos…
La clave sigue siendo enseñar a las personas no electrónicas
a realizarse sin la necesidad de sentirse útiles para la sociedad, con el
intercambio de unas horas de su tiempo por una contraprestación. De eso, ya
iremos hablando. De momento, apunta una palabra BlockStack.
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