Gonzalo Osés

Gonzalo Osés

lunes, 3 de octubre de 2016

V-ida


A mis mentorizados les digo que gracias a este blog estoy ahí, que como dice Andrés Pérez Ortega (@marcapersonal), el blog es tu campamento, tu ser, y el menda camino de hacer bueno el dicho “en casa de herrero…” Así que, sin ser la hora guay para publicar, ni la cadencia perfecta, volvemos. Mejor dicho, vuelvo a la pantalla en blanco, a teclear pensamientos, vivencias y reflexiones, tras un par de semanas convulsas de eventos, presentaciones, reuniones, foros, tertulias, y cómo no el coworking lanzadera de la EOI GO2work a tope, aprendiendo a manos juntas de los emprendedores que se han embarcado con nosotros estos cinco meses de travesía a las indias.

Si lo profesional ha sido convulso, lo personal ha sido muy reflexivo, quizás demasiado, pero ahí va. Luego mi madre me dirá que me pasó de intimista, que la línea que más me retuitean es cuando hago análisis proactivos y útiles para que otras personas den un paso adelante que anhelan, pero hoy toca esto, es lo que me sale.

El caso, que hace una semana, la madre de una buena amiga, fallecía después de más de dos años de agonías y dolor imposible con un puñetero cáncer, que la robaba cada día su enérgica figura, una mujer que no sólo fue la madre de, si no, que ensalzó la memoria de otra referencia doña Emilia Pardo Bazán, con aqueella magnifica tesis que compaginó durante décadas con su labor de profe, enseñando a ser personas a varios miles de alumnos que pasaron por su aula.

Pero lejos, de despedirse como una más, volvió a darnos una lección de vida, donó su cuerpo a la ciencia, con lo que rompió el inútil e insoportable velatorio de los hijos de los fallecidos, aguantando como decenas de personas le recuerdan el dolor. Al no haber cuerpo que velar, y ante los requerimientos de sus decenas de amigas, por ver a los hijos, estos optaron por hacer un encuentro en casa, con canapés, champan, cerveza… Es decir, en vez de llorar su pérdida, se aplaudía en silencio y con una dialogada conversación por todos esos momentos que nos brindó. Ella descansa, su hija y su pareja pueden descansar de un acompañamiento extenuante.

En esas, acabe este fin de semana, en el foro futuro próximo, donde nos encontramos unos cuantos futuristas, con la tranquilidad que daba igual que uno diera una charla de transhumanismo, otro hablará de robots españoles que se reconocen como entes independientes entre ellos, o CRISPR, el caso es que recordaba el proyecto Hannover creado por Microsoft de Big Data, o los 3.000 millones destinados por el dueño de Facebook al BioHub para no curar las enfermedades, si no,  prevenirlas, de tal forma que no habrá que medicarse si no que secuenciamos el genoma (ahora por sólo 900 €) en breve por 10, sabremos qué seremos propensos a desarrollar o en el caso de los que vayan a nacer serán diseñados (que ya hay casos en hospitales españoles), sin esa enfermedad potencialmente rompe vidas. Y a mí, lo que me genera frustración, es sabiendo que es una de las cosas que viene a máximo tres décadas, tengamos que esperar, mientras vemos como sufren nuestros seres queridos.

Para girar más la cosa, uno se pregunta y después qué, si acabamos con la muerte, como asegura José Luis Cordeiro de la universidad Singularity (Google y la NASA), ¿colapsaran las religiones al no tener que explicar qué pasa luego? Lo cual, me recuerda al cerebro de mi padre, que es tan potente, que no le deja concebir que no haya nada, no podemos ser un milagro puntual en un universo tan gigante.

Todo ello, lo profesional y lo personal, han transcurrido en un entorno sorprente de la sociedad, donde los gestores de la misma no se ponen de acuerdo ni para elegir saque o campo. En fin, lo cual, cada vez más me lleva a pensar en que la solución, pasa de descongestionar los cargos de decisión mundial de testorena, de no hay huevos, o de y tu más, y no vale decir que una mujer manda en Europa, porque se brea con las mismas armas que sus predecesores.

En esas ando, cuando me viene a la mente, que a diferencia de Elon Musk, no temo a la inteligencia artificial, si es colectiva, que garantice la función optima del bien común, es decir, entre otras posibles aplicaciones como recomendarte un programa de televisión que te va a relajar respecto al qué hacer diario… También sería la leche que fuera como un Siri que te dijera que leyes se van a votar en el congreso, en la comisión europea, en el TIPP y en la ONU y te diera un resumen y te diera la potestad de votar sí o no, a ti y a 9.000 millones de personas que seremos en breve… O qué se preocupará del bien real del planeta por encima del de cuatro corporaciones alimentarias dueñas del chiringuito. Al ritmo que vamos, los humanos somos la raza más anti planeta que hay, no sólo no sabemos gestionar un planeta, si no, que no sabemos gestionar nuestras propias emociones.

Y ya para rizar el rizo, como deseo a los reyes magos diseñaría un entorno en el que para vivir no hubiera que invertir x horas de tu día para pagar cuatro necesidades. Si no, que las necesidades claves estuvieran cubiertas, y pudiéramos dedicar esa cantidad de tiempo a conocernos, a escucharnos, a respetarnos, a amarnos, a socializarnos, a enamorarnos, a convivirnos, a aguantarnos, a solitarizarnos. En definitiva a ser esos seres humanos que nos decimos que somos, y que tan bien ha demostrado el presentador Jorge Lucas, durante su dialogo con su cáncer, al cual le puso una sonrisa cada día, hasta que el cáncer se cansó de intentar borrar aquella sonrisa.

Como la vida es de momento, un viaje de ida, hasta que sea de vuelta nos vemos en la carretera.

Ráfagas o uves 

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