Gonzalo Osés

Gonzalo Osés

jueves, 12 de diciembre de 2019

Chattering vital


La semana pasada, me dieron el ok, para tramitar los papeles de separación de mis queridas muletas, empezando por llevar una en exteriores con un tope de veinte minutos para que no se me hinche el pie, y ¡sin ellas en espacios cerrados! 

No me lo creía, en un mes había pasado de estar en silla de ruedas a caminar sin apoyos, a ser libre. A ¡auto sostenerme! Es curioso, al comprobar que pasar a una nueva pantalla del juego vital, exige abandonar el miedo psicológico de la precaución del cerebro, abandonar la zona de confort, y empezar de nuevo con prudencia y decisión a lanzarse a puerta gayola ante la vida, ante el momento, el aquí y el ahora. Volver a reinventarse, asumiendo nuevas formas de aprender a caminar.

En un accidente de este calibre aprendes a ser paciente, ya que cuando empiezas a poner a punto una parte de tu chasis, en este caso la suspensión trasera, la delantera aprovecha para hacer chattering y te provoca que no te salgan tus tiempos, en cuestión de minutos pasas de la euforia que se vive en el lado del box de Márquez, al abatimiento de otro campeón como es Lorenzo. Toca entender el por qué de tan diferentes sensaciones. 

En mi caso, al día siguiente de darme el ok para la separación de la muleta, me quedé dormido en una posición rara mirando el móvil que potenció mi contractura de cuello y que mis cervicales C4 y C5 volvieran a cobrar protagonismo. Provocándome un vértigo al levantarme, donde la habitación daba vueltas a una velocidad de una vuelta por segundo. Ni en mis mejores épocas de joven tuve una resaca que me desconcertara tanto. Poco a poco fui entendiendo la forma de moverme y fijar mi mirada para rebajar mis tiempos de cambio de postura, y clasificarme para la pole de mi vida, el ahora, el momento. 

Tras pasar por boxes, se me quitaron los miedos de ser algo más grave, al ser sólo por la contractura muscular del cuello, y no por un tema de equilibrio de los giroscópicos del oído interno, que meter mano ahí con el motor vital sellado, es mucho más complicado y te lastra la puesta a punto para cada gran premio que es la vida. Así que, una vez que me he puesto de pie, ya desaparecen los vértigos. 

Ahora, toca añadir más ejercicios a la pantalla del juego, cambio de posturas, físicas, mentales y energéticas. Sabedor que esta semana pre luna llena en Géminis ha tenido una energía muy rara, que nos ha cuestionado quienes somos y para qué hacemos lo que hacemos. Quizás porque es la última de la década. 

Sigo aprendiendo a ser el ganador de mi vida.

¡Feliz gran premio vital!

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