A los 18 aprendí de la vida, caminando de Villa Franca del Bierzo a Finisterre. A los 28 de Oviedo a Santiago. El pasado sábado pude devolver una pequeña parte de esos aprendizajes, caminando como mentor en la tercera etapa de Galicia Camino Emprendedor, de Padrón a Santiago.
El viernes, Padrón descanso de aportadores de valor como son Rosalía de Castro y Camilo José Cela, me daba la bienvenida, y tras sentir flotar las piedras de Santiaguiño do Monte y el simbolismo de su jardín botánico, conocí a Fernando Soto, restaurador de motos clásicas, al cual la crisis le dio la oportunidad de dedicarse a su don, recuperar sueños rodantes.
Al día siguiente, me encontraba con los Ronselianos: 6 emprendedoras, 6 mentores, 4 observadores y los dos creadores de la idea Rafa Vazquez y Luis Deber. Los primeros 11 kilómetros eran para conocerse entre todos, luego 6 kilómetros de mentoring directo por parejas. Y el resto del camino en silencio, cual reflexión personal de cada caminante… Valeee, lo reconozco, no me calle… pero no hable con mi emprendedora, si no, con otro mentor.
Se podría decir que mi emparejamiento tenía morbo, porque fue con una emprendedora que, si bien vale su energía en oro, las incubadoras markertinianas por la que ha pasado antes de Fundación Ronsel, la habían hinchado el ego del tamaño de un globo aerostático. Y por otro, el menda, “el Risto de los mentores”. La sangre no llego al rio, porque en vez de tirarle un vaso de agua a su ego, basto, con centrarla en saber qué soluciona a sus clientes, y a los usuarios finales, y ahí es donde los premios marketinianos no aparecen.
Desde ese momento, el dialogo fue energético encontrando pistas para su emprendimiento, cual flechas amarillas, mientras las validamos cruce tras cruce, y que yo aguantaba la etapa sin desfallacer, la conversación era enriquecedora a cada paso.
Al día siguiente, tocaba reflexionar y exponer un plan de acción. Cogí prestado un cuadro, para representar como la emprendedora ahora que había desinflado su ego, tenía que cuidar el ego de sus clientes cual bebes, sin perder la mirada de los clientes finales, los usuarios.
La energía que se respira en Santiago de Compostela es especial. Algo ha cambiado en nosotros, en mi mentee, y en mí, porque la mejor forma para aprender es enseñar, y seguidamente permitir que te enseñen, cambiando los roles, y permitiéndote dejar acompañar en otras etapas del camino.
En el camino muere el ego, en Santiago renace el alma emprendedora.
PD: Espero que Fundación Ronsel y la Xunta de Galicia emprendan nuevas etapas del Galicia Camino Emprendedor
PDII: fotos de Luis Deber, Jaime Estevez, y otros amigos.
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