Gonzalo Osés

Gonzalo Osés

viernes, 23 de junio de 2017

STOP DEMODAY


De pequeño salir a la pizarra en clase era un marrón, tenía claro más o menos qué me iba a preguntar el profe, pero no tenía ni idea qué responderle. El pánico a hablar en público era absoluto, lo cual dista mucho de lo que dicen que pasa en los colegios de USA donde salir a la pizarra es un premio. Claro que en unión de estados donde el 7% (16 millones) piensan que el batido de chocolate viene de las vacas marrones, pues como que tampoco es que sean muy de fiar.

Desde hace unos años, toda aceleración de startups, o emprendedores pasa si o si, por un Demoday, donde hay que lanzar un elevator pitch a la concurrencia, ya sean 20 expectadores, 200 o 2.000… Es el gran acto final de la logia estartapera, presentar tu proyecto delante de inversores para convencerles de que te paguen tu salario y el de tu equipo durante los próximos dos años. Pero, no hay inversor real para tanta presentación por lo que al final se convierten en pantomimas. Sobre todo, porque ni todas las startups necesitan un inversor ni todos los emprendedores lo son por vocación, si no por obligación de auto emplearse, para lo cual, un inversor ni pincha ni corta.

Entonces, de qué sirve sólo preparar a la gente para hacer presentaciones espectaculares en público, pues, de cara a que se atrevan a exponerse hacia el mercado, de algo, pero de poco más.

Más que para inversores ávidos de invertir en proyectos, para lo que sirve un power point es para saltarte la barrera de entrada para conseguir una reunión, al plantearte tu interlocutor la típica frase “¿puedes enviarme un email? Si adjuntas un PDF con texto concreto y empático con los objetivos de negocio de tu cliente, tendrás muchas posibilidades de conseguir una próxima reunión con tu cliente, o incluso con un family office, porque los negocios se siguen haciendo cara a cara y los acuerdos se firman en la intimidad.

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