Gonzalo Osés
martes, 30 de diciembre de 2014
De prostituta a actriz porno
Más que hacer balance de este año, toca analizar los últimos cuatro, que me los he pasado trotando intentando comerme la zanahoria que tenía delante de mi hocico, tras cerrar la feria que organizaba en IFEMA.
Como bien lo define Risto Mejide en Urbrands (Espasa) "Si eres prostituta, ya puedes cobrar las horas lo caras que quieras, que al final sólo tendrás veinticuatro horas para vender. Tu límite es temporal, el beneficio depende de tu presencia, pues tu negocio depende de que tú estés ahí. Es lo que nos ocurre a todos los que trabajamos en el sector servicios. Sin embargo, una actriz porno echa un polvo una sola vez y luego lo vende en ciento cuarenta países."
Lo dicho, se acabó remar en bote ajeno, solucionando los problemas de otros por un mísero sueldo o comisiones muy a futuros, que no dependen de mi. Se acabó, la crítica a los demás, la pereza y adorar al sistema de trabajo con el que educaron a mis abuelos. A partir de ya, empiezo a volar, en eso que sé que soy bueno, feliz, me hace vulnerable y diferente. No hay como tocar fondo para obligarse a ser uno mismo, y desempolvar el tesoro para que esté reluciente en primavera.
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