Tan sólo un cuarto de siglo separan los discursos de José
Cordeiro y Raquel Roca. El del José positivista al cubo, hablando de lo que hoy
es ciencia ficción, mañana sería ciencia, habrá más cambios en 20 años que dos
milenios… Pudiendo llegar a un planeta eficientemente gestionado que invierta
el cambio climático, el ciclo de vida, domando el enviciamiento, y en el cual
convivan armoniosamente los 9.500 millones de humanos, bueno humanos 100%,
puede que ni lo seamos, seremos humanotechs, y a lo mejor ni trabajemos…
Por otro lado, el de Raquel y su libro knowmads, un horizonte
a un lustro, pero que ya nos acaricia a base de collejas, en el que se
destruyen puestos de trabajo y se crean empleos nómadas del conocimiento, donde
basta tener un acceso a la red para ser consultor de cualquier empresa del
planeta, y saber mucho, mucho y mucho de un tema concreto que tenga su nicho de
mercado, ah e idiomas… Y lo más importante, que estés posicionado/a como tal a
nivel mundial. Por raro, que parezca el perfil, conozco unos cuantos y no son
precisamente de la revolución digital…
La movida es que entre medias, hay dos décadas, entre las
destrucción de millones de puestos de trabajo, con la desafección emocional que
se produce y los mundos singulares de José, que poco a poco se van viendo mini
muestras de ello. La clave es cómo paliar la sangría.
Vamos, cómo un niño esperando a que abran la tienda de
chuches ando, pero como no soy muy de esperar, pues dando vueltas ando con ver
cómo puedo conseguir las chuches (sin robarlas ni engañar a nadie), sino viendo
la forma de adaptar parte de lo que dice José a la situación que plantea
Raquel, cómo, buena pregunta, te cuento la respuesta cuando vea que funciona el
modelo.
Así que en esas estaba la semana pasada, cuando
tras varias cañas con diferentes amigos, saltaba un concepto a la palestra, los
roba tiempos, es decir, todas esas acciones que restan de tu objetivo final,
pero a corto producen satisfacciones o por ayudar a alguien se pueden convertir
en asesoramiento gratis encubierto por tu parte, sino te das cuentas de por dónde
viene el tufillo. Lo cual, por mucho que se destruya el empleo, eso no es ser
knowmad.
Como ejemplo, lo que escribía ayer Oscar Guayabero
en su Facebook, Desde
hace tiempo que recibo numerosos mensajes privados pidiendo verme para
comentarme un proyecto, buscar trabajo, asesorar, aconsejar donde estudiar,
orientar una tesis, etc. Suelo contestar y cuando no lo hago es porque me he
despistado. Lamento si alguna vez no doy respuesta o tardo mucho en hacerlo. No
siempre puedo ayudar, ya aviso. Ni se demasiado de nada, ni tengo las puertas
abiertas de no se sabe dónde.
Dicho esto, el próximo que me contacte
para que le asesore (es decir para que trabaje) gratis en proyectos únicamente
comerciales, lo cuelgo en abierto para escarnio público. Una cosa es que uno
sea un primaveras, que lo soy, y otra que sea idiota del todo.
Lo
dicho, se destruyen puestos fijos, y excepto que estés muy bien valorado en un
nicho de mercado, lo cual, aunque ya no estés bajo el mantra de una gran
empresa, se sigue pagando igual de bien. Los demás, se encuentran ante un vacío
de redes de trabajo reales brutal, de ahí que el nuevo mantra del emprendimiento
vaya calando. ¿Antes nadie quería ser empresario? Pero no confundamos churras
con merinas, las personas que trabajaban para una empresa son muy buenas
haciendo una cosa determinada, no siendo los dueños o directores generales de
la empresa. Por tanto, no tiene sentido que la única solución sea el
emprendimiento.
Hay
que trazar otro tipo de puentes, entre profesionales y clientes, faltan acueductos,
pero los cuales pueden que vengan más por la economía colaborativa, que por lo
público, lo estatal, que navega cual Titanic entre icebergs emprendedores sin
tener claro ni su rumbo, ni para qué zarpó.
Cambia
el paradigma, lo que viene es crisis de era, de modelo, de economía, de clases
sociales… y oportunidad. Hay que dar con la clave para adelantar la
singularidad de la que evangeliza José, no todo el mundo va aguantar tres décadas
esperando el maná. Vamos a ello, porque las personas no pueden estar perdiendo
el único valor de momento, impagable, el tiempo.