El jueves pasado tras cenar con unos amigos, y buscando un lugar para la última copa, me dijo el amable portero “ya venís justitos para un club elegante como éste, y tú traes las zapatillas diferentes”…
Como mínimo cada mes se me ocurre una flipada, y la del pasado fue cuestionarme por qué narices, llevamos siempre dos zapatos o zapatillas iguales. Al no encontrar una respuesta, me plantee traspasar ese límite que nos autoimponemos.
Aproveche que tenía cuatro zapas del primark de igual modelo y distintos colores, el típico beige de serraje y un azul oscuro para lanzarme a jugar. Es decir, lo que mola es combinar dos zapas del mismo modelo con diferente color, para que nadie diga que no vas conjuntado.
Aparte de hacerlo para atreverme a traspasar otra convicción social, mola validar quién está despierto, y de estos quién se siente con confianza para advertirte que te has equivocado.
Uno de ellos fue mi amigo Ernesto del Valle, que, al conocer mi explicación, me reconoció, que tiene cuatro zapas del mismo modelo y de dos colores. Al día siguiente se atrevió a ir al curro con una zapa de cada color, y como puso en Instagram “me miran raro”.
¿Cuántas personas creativas se autolimitan empezando por los pies? Con la excusa de tener una comunicación no verbal de simetría, de seguridad para expresar sus argumentos... ¿dónde queda su autoconfianza?
No hay huevos a llevar dos zapas, botas, zapatos, alpargatas, sandalias, chanclas de igual modelo y diferentes colores. Si te atreves, sube una foto al hashtag de Instagram #Crosssneakers.
No hay huevos a llevar dos zapas, botas, zapatos, alpargatas, sandalias, chanclas de igual modelo y diferentes colores. Si te atreves, sube una foto al hashtag de Instagram #Crosssneakers.
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