Con la
vuelta al cole, retomo la costumbre que hizo útil a este blog, la lectura y
crítica de un libro de empresa a la semana… Pero los tiempos han cambiado y ya
no tengo tanto tiempo para leerme un libro a la semana, no era cuestión de leer
rápido sino una enorme curiosidad de aprender un nuevo entorno a través de los
escritos de los agentes del cambio y de la innovación.
Para esta
nueva temporada iré a un ritmo más sosegado, un libro cada quince días. Además,
muchos no serán el último lanzamiento de Planeta, LID o Pegüin, si no libros que me parecen de plena
actualidad o incluso de contenido todavía disruptivo,
por no decir que resultan proscritos para la masa.
Ejemplo de
ello, es la novela de ciencia ficción que me agencie este verano, ni más ni
menos que “1984” publicada un 8 de junio de 1949… Ahí es naaa. Con la cual, se
cumple la regla de comunicación 1 – 9 – 90, es decir, el 1 % se lee el libro,
se lo cuenta a un 9% y estos apostolizan
al 90% restante de la población, los cuales, se dedican a hablar de la punta del iceberg que hundió la arrogancia del Titanic como si lo hubieran vivido, como es el tema de las cámaras y micrófonos en
todas partes, como ese programa de televisión que nos ovejiza desde hace unos
lustros… ¡Ah! Para poner remedio a mi ovejismo, sin fronteras que práctico
inconscientemente a diario, me lo leí, y tela, que actual que me parece…
Más allá,
del tema de las camaritas dobles, hay varias corrientes de fondo cual Niño y Niña, que
deberíamos reflexionar. Por un lado, el pensamiento único, y me dirás ahora que
vivimos en democracia en libertad, y que se fomenta desde el marketing de los
medios de incomunicación el hecho diferencial, el hacerse a uno mismo, el
crearse su propio personaje cual Amancio, Bill, Carlos, Steve, Donald, Barack… Pamplinas, y si no dime cuantos
hastiados fans de Apple contemplaban ayer la presentación de Tim Cook como si
fuera los niños de San Idelfonso cantando la lotería de Navidad, a pesar de que
nos ha chuleado unos cuantos miles de millones que al final como no los ponemos
nosotros los cargamos a la deuda del país… Calla, calla, que la empresa con
mayor capitalización bursátil nos va a contar lo que ya sabemos, pero nos
encanta escuchar cómo nos lo dicen ellos. Te venden los anuncios la zanahoria
del ser diferente, pero ¡ay!, del que destaca en el cole de tus hijos…
El otro
aspecto recurrente son los datos, cada día más en nuestro run run diario, ¿por
qué lo quieren saber todo de los personajes? Para tenerlos controlados podrías
pensar, pero es más divertido para saber qué te gusta y vendértelo, para que
siga la rueda, o por lo menos hacerte un montón de publicidad en el Facebook… Y
así anda el “pobre” Pallete pagando la fiesta, pero sin llevarse un bocado que
llevarse a la boca, ha empezado a
pivotar a Telefónica para convertirse en la plataforma desde la cual
puedas vender tus datos al mejor postor, ¿Creará una subasta de datos pesonalizada? Sin anonimizar las bases de datos de sus abonados...
Aunque no
interese, si de verdad se quiere que nuestros hijos sean un poco más
espabilados que nosotros, vendría bien o regalarles el libro, o montar un
change.org, para que Javier Olivares le metiera mano y creara una serie actualizada
del mismo para You Tube.
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