martes, 19 de mayo de 2015

Otra educación es posible


Este finde subí a la sierra a casa de unos amigos. Al llegar su hijo de cuatro años y medio me dijo “hola Gonzi, ¿sabes que tengo un nuevo amiguito, a ver si
 adivinas qué es? Y fue dándome pistas hasta que para su desesperación, caí en la cuenta que siendo ninja, tenía que ser una tortuga…

Luego fuimos a dar un paseo a los pies de la Pedriza, y me asombraba su capacidad para trepar y bajar por sitios imposibles, a la vez que iba encontrado multitud de insectos, y ya de vuelta al tomar unas cañas los mayores, se puso a jugar con otras niñas que no conocía como si fueran íntimos.

Mientras sus padres preparaban la cena, me invitó a jugar a un divertido juego con unos dados como si fuera una suerte de petanca y de chapas con buenos y malos, que se acababa de inventar… y cómo no conseguíamos ganar a los malos, decía, “ganar está bien, pero lo importante es jugar…” Cuando, se lo comenté a sus padres se sonrieron y dijeron, mira han hecho un reportaje de su escuela. En efecto, el niño de rojo, que aparece en la última foto del reportaje de 20 minutos sobre escuelas en el bosque es el hijo de mis amigos. 

Si la semana pasada eran los food trucks, ésta son las escuelas alternativas como Saltamontes, porque la generación X, la del Kronen, acariciando los 40 nos estamos plantando y creando fórmulas más humanas, alejadas de la alineación que nos inyectó el sistema educativo industrial a todas luces ya caduco.

Ahora que la gamificación, entra en el mundo laboral, ahora que todo el mundo quiere una oficina con futbolines, es momento de pensar, en qué momento perdimos nuestra capacidad de jugar, de aventura y de responsabilizarnos de nuestros actos. 

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