Para, desconecta
de los medios de incomunicación, de las redes sociales, de la educación que
como sociedad y sistema creamos a diario. Para, bájate, asume tu cuota de
responsabilidad con tu vida, y toma una decisión por ti mismo/a. Quítate la
ilusión de la felicidad, de la zanahoria, del hacer esto para conseguir
aquello, de pensar en lo bueno que será cuando obtengas aquello que te has
metido en vena.
Ni tenemos
pareja, ni tenemos amigos, ni tenemos familia, ni tenemos padres, ni tenemos
trabajo, porque no es tener, si no, es ser conscientes, y plenamente sabios y
enteros que eres la mejor versión de ti mismo/a.
Estamos siempre
en constante búsqueda, de algo que no es real, por tanto, ni la encontramos, ni
nos llena el objeto o experiencia que hemos comprado para sustituir esa parte
de consciencia en plenitud de tu ser.
Cada día me
llegan amigos y personas con unos niveles de ansiedad brutales, con la duda de
qué harán cuando se les acabe el paro, o cuando les echen de sus anodinos
trabajos, que bien los pueden hacer un algoritmo.
Por experiencia,
todos tenemos un talento dormido, un hobby que nos sale solo, que no lo hemos adquirido
sumisos tras una mesa, y delante de una pizarra, y por eso, ha carecido de
valor, pero es momento de fluir, de parar, de dejar de fingir, de ser, para
obtener lo que deseas. Porque de eso, si podrás entrenar algoritmos la próxima década.
Si, por raro que
parezca, hasta que no paras, hasta que no dejas de buscar, no fluyes, y no encuentras tu valor potencial, aquel, que, para colmo, todo tu entorno, estaba
esperando que floreciera para premiarlo.
Mucho de lo que
escribo en este post hace medio año, no me lo hubiera creído ni harto de vino.
Pero hoy te puedo, que si, que es verdad. Mi catarsis fue hace un par de meses,
tras no ver claro la propuesta para montar un think tank sobre el futuro. De
hecho, reventé un entorno de la corte madrileña que llevaba un año, intentando
parecerme a ellos, pero en el último momento no flui, y me metí en la nevera de
las redes sociales, me quité las apps de redes sociales del móvil, y me centré
en dar lo mejor de mí, en mis clases y mentorias del coworking de la eoi en
Cuenca. Un millón de gracias María José Cano por la oportunidad.
Allá descubrí
unos y unas emprendedores y empresarias que me obligaron a dejar de esconderme
y sacar lo mejor de mí para aportar valor de verdad. Aprendí a hacerme
responsable de mis palabras, de mis intuiciones, de mis análisis, de mis
ocurrencias. Se acabó, limitar mi voz, por miedo a lo que los demás vayan a
pensar de mí. Hasta aquí, llegó las décadas de dudas tras tomar una decisión. Tan
sólo, rompieron la presa que me atenazaba, porque su humana honestidad había
que compensarla a manos llenas.
Vivo en Madrid, y
trabajo sobre todo, fuera de ella, porque como dices Muriel Van Riet de Indigo “Madrid siempre
quiere más”, si podremos ser motor de muchas cosas, pero en las grandes
ciudades, perdemos demasiado tiempo en adivinar el precio justo de una aceleradora,
de una startup, de una inversión. Como tan bien explica Beatriz Zarzo.
Allá fuera, a una hora de Ave o menos, ya sea
Cuenca, Guadalajara, Toledo o Torrijos a donde se encaminan mis pasos, donde recibo
a diario lecciones de vida, de actitud, de entrega. Sin dobleces, sin guardarse
la ropa para echarse al nacimiento del rio de Cuervo, o al de los otros tres colindantes por Vega del Codorno,
como hace José Carlos, sintiendo su esencia, y regalándonos a quien nos adentramos en sus caminos del Elenco Club, donde te embebes de respiraciones de
vida en estado puro con su sonrisa y actitud. La misma energía y sonrisa que
corre por el mejor stunt español, y también conquense Emilio Zamora.
Hoy te puedo
decir, que he aprendido la lección que el medio centenar de personas que me han
enseñado al mentorizarles, en los diversos coworkings de la EOI en la Junta de Comunidades, ayuntamientos y diputaciones, hay
que dejar de buscar eso que nos creemos en las tera ciudades, hay que dejar
de ser hámster dando vueltas a la rueda, para aportar de verdad, para que la
inspiración te llegue y potencies la creatividad.
Al igual, que
intento aprender a diario como ser más empático de mis clientes, de cómo ser
sincero sin dañar a las personas, sobre todo, cuando me equivoco y ponen en
evidencia mi error, lo bueno es que aprendo rápido. Porque su tiempo, economía y
su sobre todo su plenitud como personas está en juego.
A todas esas
personas, gracias por ser como son. Por sus enseñanzas vitales, por enseñarme
que la vida no es una carrera para tener algo que no existe, si no, una
experiencia plena, sin complejos, sin dudas, donde nos demos el lujo de
disfrutar de lo que hacemos, porque lo que somos lo debemos amar
plenamente, sin dejarnos asustar por una educación que en su momento asumimos y nos llevó a
una sinrazón y sin emoción.
PD: foto del cuadro "incertidumbre" de la artista Luisa Ginestá (técnica mixta), autor foto Gonzalo Osés
¡Gracias!