jueves, 6 de julio de 2017

Humildad


Muchas de las personas que se apuntan a las diferentes lanzaderas de empleo GO2work de la EOI (Escuela de Organización industrial) con Fondos Europeos al Empleo y con una administración como socio local, van con el chip del ex asalariado, de que les vamos a ayudar cual varita mágica, y facilitarle los contactos para que monten su idea de negocio, que mira tú por donde, casi nadie la ha puesto en práctica todavía.

En cambio, se encuentran con unos profesores que les dicen que “el cliente siempre tiene la razón” y por primera vez en un par de siglos hay que hacerle caso. Atónitos, se quedan cuando se les dice que salgan a la calle a validar su producto mínimo viable al no ser el profesor en la mayoría de los casos su cliente potencial. Y es que la educación empieza a cambiar, el profesor y los mentores de proyecto y residente son catalizadores de la experiencia, pero no los amos y señores del conocimiento.

Con todo ello, es admirable la actitud que demuestran, intentando dejar atrás a su cerebro límbico que les potencia el miedo a hablar con el éxito, perdón con el cliente, al salir a validar su idea de negocio, y ver si van por el camino correcto, o si tienen que iterar o pivotar cual Uber eats.

A todo ello, se une la tremenda lección de humildad que nos dan a los de la capital con tan sólo su actitud. En Madrid es muy fácil encontrar gente con tus mismas inquietudes, por la misma razón, es todavía más fácil estar rodeado de decenas de personas y sentirte sólo, cual espejismo de las redes sociales.

El caso es que he estado esta semana en las lanzaderas del programa GO2work en Castilla La Mancha de Iniesta, San Clemente, Guadalajara y Tarancón, y rápidamente te das cuenta que en vez de burbujas startuperas para pillar cancerígenas rondas de financiación, tan de moda en los ambientes viciados madrileños, aquí se trata de emprender para conseguir un empleo o para crear una nueva línea de negocio con objetivos reales y palpables, y sin visos de vender el oso antes de cazarlo.

A su vez, todo es más práctico, más sencillo, quedándome maravillado de la cintura al sacarles a validar un producto mínimo viable a la semana de empezar el coworking y sin avisar que iban a hacerlo en la calle al no ser el profesor su cliente potencial. Lo sorprendente para ellos, es que el 60% encontró un potencial cliente que les dio sus datos de contacto. La guinda del pastel se la llevaron los de Iniesta con records donde hubo personas que en media hora hablaron con más de una decena de personas y consiguieron uno o más clientes. Ahí también alucine al encontrar entre los alumnos al mejor Stunt (acrobacias en moto) español, Emilio Zamora vestido con una humildad absoluta, para aprender a montar una nueva línea de negocio (ropa) con su marca.

Conclusión, lean startup no viene a enseñar nada nuevo, si no, a recordar la máxima que la experiencia en contacto real con el cliente es un grado. Como nos recordaba Ernesto del Valle la semana pasada en el coworking de Guadalajara, lo importante no es qué se vende, si no cómo se vende, y este martes Ángel Garrorena les enseñaba a bajar a la tierra un proceso de ventas con planificación, ejecución y medición centrado en el cliente, porque cómo dice él “el cliente no se destruye tan sólo se congela”.

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