Ayer, la noticia triste la protagonizaban el 11% de los estudiantes surcoreanos de secundaria y universitarios, al haberse planteado suicidarse, ante el demoledor método de largas horas de memorización y de estrés
social, hasta el extremo que el gobierno ha sacado una ley que obliga a cerrar
las academias a media noche… Y para PISA era uno de los mejores sistemas
educativos, basado en la cultura del esfuerzo, frente al único que le supera,
el de creativo e igualitario finlandés.
A eso se añade la descorazonadora conclusión del reciente informe de la Fundación Everis sobre el puente entre la universidad y la empresa española, “El 77% de licenciados
contratados han sido en empresas de más de 1.000 empleados”, en un país de micro
pymes como es el español… Como se recoge también, que el 77% de las empresas de
menos de 10 empleados no ha contratado a un recién licenciado en los último
lustro, da que pensar que el sistema universitario navega cual Titanic.
Ante esta oscura perspectiva, hay un faro cohabitado por María Acaso,
Paloma Manzanera, Clara Megias, Eva Morales, Alberto Marrodán, Alejandro
Piscitelli y sus alumnos de bellas artes, en las erosionadas rocas de la
Universidad Complutense de Madrid. Donde han convertido un cuatrimestre en un
laboratorio en el que cuestionarse el método universitario de principio a fin
con grandes resultados.
En el cuaderno de bitácora “Esto no es una clase” editado por la
Fundación Telefónica y Ariel, han recogido cada día de esa innovadora experiencia,
donde no sólo se recoge la opinión de las capitanes, sino el feedback dado por
los clientes y compañeros de travesía.
Porque aprender han aprendido la comunidad creada en esa misma.
A este viaje ya venían con las alforjas cargadas de anteriores aventuras,
y con mapa trazado con la metodología Edupunk, el cual se basa en sacarte de
primeras de tu zona de confort, para “dejar de hacer lo que sabes hacer, para
pasar a saber lo que haces”.
Bajo esta premisa hay analizado todo, desde tener llegar a ser, cuatro Djs del conocimiento (antes profesores),
evaluar la propia evaluación (externa, fotos, cuestionarios, ¡autoevaluación!),
plantearse qué preguntas hay que hacer para motivar las ganas de aprender y
como canalizar ese aprendizaje experimentando en vez de memorizando, con
actividades puente, talleres, el arte contemporáneo como formato o las redes
sociales y la cultura visual. Donde le aula es rehabitada con la posibilidad de
¡comer!, cantar o rediseñar el mobiliario para que florezca la creatividad
acorde con las claves experimentadas por Rosan Bosch.
Como decía Sócrates la educación no es llenar un cuenco con
contenidos, sino como plantean los disruptivos argonautas de la Complu, un
cambio de comportamiento basado en la experiencia de la persona capaz de
provocar una transformación social.
Como escribe Raquel Roca en “Knowmads”, el “transhombre”, cuyo perfil
están iluminando desde el faro, y describen como el de aquella persona, a la
que no han formado en serie, sin limitarle la imaginación, la creatividad, al
que se le permite equivocarse, que ha aprendido sus habilidades humanas como
aprendiz de un gremio, cual artesano. Puede que sea como definía Cristina
Garmendia en la presentación del informe de Everis, el nuevo JEDI: Joven, Emprendedor,
Digital e Innovador.
“Esto no es un clase” es una de las piezas claves del puzle que me
faltaba, para poder fijar un norte en mi investigación de “Sin el sudor de tu
frente”. Con “Knowmads” tengo el después de la primera formación, y “La nueva educación” de César Bona, pone los pilares de la misma, al dotar al alumno de
primaria… Sólo falta el DJ del conocimiento de secundaria, seguiremos buscándole... ¿Eres tú?
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