martes, 22 de julio de 2014

El emprendedor desprendido



Corría el mes de diciembre de 2011, había quedado en el Cafe de la Luz, enclavado en un incipiente Tribal, con una conocida que habíamos coincido en el ámbito profesional unos meses antes. Quería contarme que se iba a lanzar a la piscina, después de jugar con gaseosa unos meses antes, había decidido ponerse el mundo por montera, y mandar a la nevera sus tres lustros haciendo unos de los programas más vistos de la tele. Quería explotar su vena de comisaria, y para colmo había conocido en una de sus interminables noches a un Bussines Angel, que le ponía la pasta.... Me acuerdo que hicimos una apuesta a 3 años, escrita en el revés de esta postal.

Los dos primeros años fueron un torbellino, subió y subió y se convirtió en la referencia de un sector cultural, sacó a un montón de artistas y encumbró a los que realmente se lo merecían por su calidad, su actitud y su trabajo... 

Pero a finales del año pasado, algo pasó, debió subir tanto, que algún tiburón se debió fijar en ella, y la invito a pasar de alfil  a reina. Cerró su incipiente negocio y puso todo su saber y convencer, amigos y proveedores, en manos de alguien que no se lo merecía. Que iba de super emprendedor, cuando lo que era es un deprededador... tras un semestre loco, llego el verano y para sorpresa de todos decidió bajarse del carro, cansada de promesas incumplidas y de poner todo a cambio de nada...

Hoy se está planteando volver a ser una asalariada, y dejar la agobiante vida del emprendimiento, que en su caso, fue por por probar una nueva aventura muy personal, pero ¿cuántos casos conoces que son más por obligación? ¿Cuántas exdirectoras de marketing o diseñadores conoces que ahora son consultores externos?




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