Al final del día, llegó un momento, que se te encienden las alarmas algo pasa, una cosa es estar chungo con uno mismo, y otro fastidiar a los demás. Así que tocaba resetear, y acometer tres acciones claves:
1) Analizar el por qué del malestar: estoy en mitad de una tormenta de granizo en verano.
2) Pedir perdón a las personas que integran tu tripulación.
2) Cambiar la actitud: el problema no lo cambiaré en un día, pero dejaré de huir de él para navegar a través de él.
El resultado es sorprendente, con una actitud positiva y sonriendo, las olas pasan de ser paredes de espuma, a tubos cristalinos para surfearlos con un 38 pies. Y lo alucinante es cuando te das cuenta, que la tormenta te la pones tú ¿? De verlo todo negro a un día soleado de vela a tan sólo una sonrisa interna.
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